viernes, 26 de agosto de 2011

SILLERÍAS DE CORO (I)

Sillería del Monasterio de San Benito (Valladolid). (II)
(SEGUNDA PARTE)
2. APOYAMANOS.



Los estalos (o sitiales), cuyo conjunto constituyen la sillería de un coro, además de tener un uso funcional fueron los principales soportes de la decoración figurativa y ornamental. Los diferentes partes que los constituyen obedecieron en un principio a razones funcionales, adquiriendo a partir del gótico la función de soportes decorativos.



La necesaria adaptación de la técnica artística a la forma, tamaño y función del elemento que sirve como soporte a una talla determinada influyó sobre todo a la hora de realizar la parte profana del conjunto.

  

Los apoyamanos cuya función era el apoyo de las manos cuando estaban sentados, -o un punto de apoyo para las personas poco ágiles que no podían levantarse sin ayuda-, inicialmente adoptaron una forma de pequeño cilindro (Fig.Violete le Duc),



dispuesta en vertical y situada al frente de los tableros laterales. Solían estar enmarcados por molduras rectas y decorado en ambas caras con tallas de escaso relieve.



Su evolución les llevó a adoptar la forma de simples volutas, de pequeñas esculturas de bulto redondo adaptadas a esquemas circulares, o a las dos como en la sillería de San Benito.



Los motivos plasmados en los apoyamanos son en general niños o seres fantásticos o híbridos, tallados en bulto redondo, algunos de gran destreza de labra, y donde se nota la intervención de diferentes manos y calidades. Estas obras, no debe olvidarse, eran obras de taller, en cuya ejecución participaban numerosos artífices de diferente cualificación.



Dado que la sillería está constituida por sesenta y seis sitiales, y que los motivos no se repiten, el número de apoyamanos representa un número no despreciable de pequeñas esculturas exentas.



[Aspecto curioso a reseñar es la existencia dentro de un marco determinado de casos anómalos;unas veces en clave de humor, otros con toques picarescos ó críticos, .. que parecen obedecer a un claro diseño del maestro de la sillería por su dosificación y elegancia]. Así, los apoyamanos que reflejan a un niño que simula estar castigado, por la posición que presenta, o una única imagen femenina de exhuberantes encantos, o …, (y que parecen haber sido realizados más para deleite de los actuales vigilantes del museo donde se exhibe la sillería que para el de los abades y acompañantes que en su día los utilizaron en la semioscuridad de la iglesia).



El programa iconográfico religioso se desarrollaba en los elementos principales, -en especial en los respaldos-, y en los paneles terminales o testeros, todos ellos de grandes dimensiones y con formas rectangulares, donde las figuras talladas podían desarrollarse facilmente. El condicionante estructural suponía, tan sólo, la elección de figuras en escenas que pudieran tallarse fácilmente en un espacio alargado.
La  temática profana, por el contrario, tenía como soporte multitud de elementos de diferentes formas y tamaños muy distintos, caracterizados todos ellos por las irregularidades del marco. Para su realización se precisaba un artista de buen oficio, acostumbrado a trabajar en este tipo de formatos, lo que dió lugar a una cierta especialización del trabajo.



A excepción del maestro director de la obra, Andrés de Nájera, desconocemos los nombres de los diversos oficiales. Estilísticamente en muchos de los paneles de iconografía religiosa parece notarse la mano de Guillén de Holanda, que ya trabajó con él en la sillería de coro de Santo Domingo de la Calzada. ¿Intervendrían como allí los entalladores Juan de Castro (se encargó de varios intercolumnios, bancos y bóvedas),  Francisco de San Gil, Ortega de Córdoba y un iletrado borgoñón?. Es seguro que algunos de los artistas y artesanos especialzados, como los carpinteros o los ensambladores,serían contratados en Valladolid.



El número de oficiales con los que contaba el maestro solía fluctuar entre cinco y diez (se recoge así en los contratos de las sillerías de las catedrales de Plasencia y Astorga), aparte de carpinteros y peones que ayudaban a asentar la sillería ya terminada.

(cont.) 

BIBLIOGRAFÍA.


-Bosarte, I., “Viaje artistico a varios pueblos de España”, Madrid 1804 (1978).
-Martí y Monsó, J., “Estudios histórico artísticos relativos principalmente a Valladolid”, Valladolid, 1992 (or. 1898-1901).
-Quintero Atauri, P., “Sillas de coro”, Madrid 1928.
-Orduña Viguera,E., “La talla ornamental en madera”, Madrid 1930 (facsimil 2003).
-Rodriguez Martinez, L., “Historia del Monasterio de San Benito el Real de Valladolid”, Caja de Ahorros Popular y Ateneo de Valladolid, Valladolid 1981.
-Teijeira Pablos, M.D., “Las sillerías de coro en la escultura tardogótica española. El grupo leonés”, León 1999.
-Zaragoza Pascual, E., “La sillería de San Benito el Real de Valladolid”, Nova et Vetera, 19, 1985.


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