jueves, 23 de febrero de 2012

SILLERÍAS DE CORO (III)


Sobre la Sillería de coro de la Catedral de Zamora. (IV)
(QUARTA PARTE)

4.4. REFRANES.

La sillería de coro de la Catedral de Zamora es obra de Jan Yneres, -más conocido en España como Juan de Bruxeles o de Bruselas- y de su taller. Por eso no debe extrañar que los refranes escenificados en ella sean en su mayoría de origen flamenco, de amplia difusión y bien conocidos por los entalladores de la época.
En 1559, Pieter Brueghel el Viejo pintó su obra “Nederlandse Spreekwoorden” (Los proverbios flamencos o El mundo al revés), donde presenta una tierra habitada mediante la  representación de proverbios flamencos de entonces; hay cerca de cien proverbios identificados en  el cuadro, y, aunque muchos han sido olvidados, algunos aún se utilizan; varios de ellos figuran en la sillería. Pero influidas o no las tallas por el arte flamenco, merece la pena investigar en nuestra propia literatura y costumbres por si se puede aportar a su interpretación.

4.4.1. El viejo y el horno por la boca s’escalientan, y Un soplo al forno un consejo al loco.
En una misericordia de las sillas altas se representa una escena en la que aparece un hombre a gatas, con la boca abierta ante la de un horno, cubierta la cabeza por una larga capucha terminada por un cascabel, y, detrás de él, una mujer que parece en actitud de clavarle un puñal.
El marqués de Santillana recoge el refrán “El viejo e el forno por la boca s’escalientan”, o como se dice en el “Refranero Español”, recopilado por José Bergua: “El Viejo y el horno, por la boca se calienta: el uno con el vino y el otro con la leña”. Isabel Mateo tiene en cuenta el tocado terminado en cascabel del personaje y le interpreta como un bufón, “fou” o “loco”, pues así vestían a finales del siglo XV, por lo que a la escena también le seria aplicable el refrán medieval que dice “Un soplo al forno, un consejo al loco”. Y los Hagen, por el contrario, identifican el refrán como “Bostezar delante del horno; mucho tiene que bostezar el que quiere abrir más su boca que la del horno”, o, lo que es lo mismo, sobrestimar sus capacidades
[ De la dificultad de asignación de los refranes a las imágenes, -maxime teniendo en cuenta que esta escena es una de las más frecuentes en las sillerías de coro de la época-, puede dar cuenta que para Manuel Gómez-Moreno [pág. 115, 1927], en su descripción de las misericordias de Zamora la define como “Hombre con gorro de dormir huyendo de una ramera que le clava un puñal por la espalda”, y para Francisco Antón [pág. 123, 1904] en cambio: “Un fraile a la entrada de una cueva, abre la boca desmesuradamente como dando gritos; otro monje detrás”].

4.4.2. Un ciego a otro, mal puede conducir (o adestrar).
En una misericordia de la sillería baja aparecen tres figuras de hombres desnudos, agarrados por la mano. El que encabeza la fila se encuentra de espaldas, caminando hacia el fondo, mientras que los que le siguen avanzan hacia el primer término.
Para Isabel Mateo la escena guarda gran similitud con la que Pieter Brueghel pinta, -conocida hoy como “La parábola de los ciegos”- para representar el refrán “un ciego conduce a los otros”. Este proverbio aparece citado en San Lucas [VI,39]:  “¿Por ventura puede un ciego guiar a otro ciego?. ¿No caerán ambos en el precipicio?”. Su presencia en la Edad Media fue constante dentro de un contexto moralizador; Brueghel la recoge también en su tabla de los Proverbios flamencos.

4.4.3. Pone la mano en la mexilla, comiença a pensar.
En un falso apoyamanos (insertado en un panel) de la sillería baja se encuentra un hombre tocado con turbante, con la cabeza inclinada, y apoyada la mejilla en la mano derecha.
Isabel Mateo piensa que la imagen evoca la iconografía de los filósofos y pensadores griegos, representados en pintura y escultura ; encuentra, además, en “El Corbacho” del Arcipreste de Talavera (contemporáneo de la ejecución de la sillería), el refrán “Pone la mano en la mexilla, comiença a pensar”, de cuyo texto se deduce que pensador o filósofo es aquel que, serenamente, medita o reflexiona con intensidad y eficacia. Una representación de sentido moralizador porque se nos invita con ella a la vida de meditación. ¿Se trata de un castellano tocado a la moda árabe, o se trata de algún filósofo árabe, tal como Avicena, cuya figura tuvo fama durante toda la Edad Media?.

4.4.4. Cuando la barba de tu vecino veas pelar echa las tuyas a remojar.
En una figura tallada en un falso apoyamanos de la sillería baja aparece un hombre mesándose la barba y debajo de ella una vasija en la que parece va a introducirla.
Este refrán o proverbio, muy corriente en la Edad Media, fue citado en muchos textos tal como El Corbacho, Los Proverbios de Séneca, etc., habiendo llegado hasta nuestros días.

4.4.5. Dos que cagan por un mismo agujero.
En una misericordia de la sillería alta aparecen dos hombres con rasgos faciales simiescos, sus traseros afrontados, y evacuando.
Maeterlinck reproduce un grabado del siglo XVIII para ilustrar un proverbio flamenco que dice: “Dos que cagan por un mismo agujero”. Y Brueghel el Viejo en su cuadro sobre los Proverbios flamencos tambien lo recoge
Su significado apunta hacia el de “ser inseparables”, por lo que un refrán castellano equivalente sería el de “Ser uña y carne”; una objeción, indicada por Isabel Mateo, se refiere a los rasgos faciales de los hombres que al ser simiescos podrían transformar la alusión del refrán.

4.4.6. Dos perros disputándose un mismo hueso, raramente se entienden.
Una misericordia de las sillas altas representa a dos perros luchando por un hueso que uno de ellos ha cogido ya; en el centro de la imagen aparece una figura humana mostrando el trasero.
Maeterlinck, en tallas similares de sillerías de coro extranjeras, hace corresponder la imagen con los refranes flamencos “Dos perros disputándose un mismo hueso raramente se entienden”, -cuyo homónimo en España podría ser “Ni roen el hueso ni lo dexan roer”-, y ”Cuando dos perros se pelean por un hueso llega un tercero que se lleva el objeto de la disputa”.
Brueghel en los Proverbios flamencos tambien le recoge; para los Hagen el significado sería el de “reñir enconadamente por algo; la envidia engendra avaricia y rivalidad”. Su procedencia puede ser del refrán latino “Discordia duorum canorum super ossa”.

4.4.7. Dos pardales en una espiga nunca liga.
En la misericordia de la silla del obispo se representan dos grifos; uno de ellos, en una especie de nido, está siendo alimentado por el otro que le introduce en el pico un racimo de uvas
Isabel Mateo piensa representa el refrán “Dos pardales en una espiga nunca liga” que localiza en los “Refranes famossísimos y provechosos” (Burgos 1509), y que tiene el mismo significado que “Dos povres en una puerta no se pueden ver”; al decir del autor del proverbio “no vienen bien dos galanes con una dama, ni dos cabezas a un gobierno”.  Otra opinión complementaria es la de Sebastián de Horozco  [“Teatro universal de proverbios, adagios o comúnmente llamados refranes … que más se usan en nuestra España”, 1515] :“Mal se pueden conformar/ dos mandones diferentes/ que segun otro bulgar/ sobre comer y mandar/ no ay amigos ni parientes./ la misma raçon obliga/ que todos para sí apliquen/ Y assi hace mala liga/ dos pardales a una espiga/ y no es mucho que se piquen”. 

4. 5. EMBLEMAS Y ALEGORÍAS:

En el siglo XVI se llamaba emblema a una imagen más o menos enigmática provista de un leyenda o título que ayudaba a descifrar el oculto sentido moral que se recogía bajo la imagen en un texto explicativo. Si bien muchos de los emblemas que se toman a continuación como ejemplo son a veces posteriores a las fechas de realización de la sillería, no cabe duda que no presentaron grandes novedades respecto a las incluidas en los antiguos manuales de emblemática que los entalladores de la sillería conocerían de cerca.

4.5.1. Las tretas pierden. (Effugia perdunt).
En una misericordia de las sillas bajas se representa la cabeza de una cabra cuyos enormes cuernos son mordidos por dos perros
En la obra de Joaquín Camerarius “Symbolorum et Emblematum” figura un emblema que guarda relación con la talla anterior: aparece la cabra subida en un cerro y los perros ladrando abajo.
En la sillería se estaría representando la segunda parte del emblema, con los perros mordisqueando la cabeza de la cabra. La traducción del texto del emblema es: “LAS TRETAS PIERDEN: La astucia frecuentemente es dañosa, el que se preocupa de no ser cogido acuérdese que será cogido más pronto por eso mismo”.

4.5.2. El matrimonio forzado.
En una misericordia de la sillería alta se representan dos serpientes cruzadas con el lomo dentado
Uno de los emblemas recogidos por Hernando de Soto en los Emblemas moralizados [Madrid 1599] presenta a dos serpientes enlazadas como símbolo del matrimonio forzado.
En otra misericordia aparecen representados dos dragones alados con los cuellos entrelazados; puesto que se concede la misma simbología a serpientes y dragones la representación podría corresponder tambien al mismo emblema
Hoy, en la sociedad occidental, los emblemas son algo prácticamente desconocido; y, sin embargo, no siempre fue así. Cuenta Maeterlinck que, en el siglo XVI, la mayor parte de los artistas flamencos formaban parte de una Sociedad de Retórica, -equivalentes a las Sociedades Literarias de nuestro siglo XIX- donde sus miembros gustaban de representar emblemas en forma de pequeñas obras de teatro, en las que los figurantes recitaban las poesias necesarias para la explicación de los temas simbólicos, a veces, muy complicados.

4.5.3. Perdonar a los humildes y combatir a los orgullosos.
En una misericordia de las sillas altas aparece representado un león y un grifo luchando.
Covarrubias en sus Emblemas Morales, (Madrid 1610), recoge uno sobre el perdón de los humildes y el castigo a los orgullosos. En la Hecatongraphie de G. Corrozet aparece ilustrando el siguiente emblema. “PERDONAR A LOS HUMILDES Y COMBATIR A LOS ORGULLOSOS":
El león vencedor del perro no le quiere devorar: al grifo, cruel y ensoberbecido, quiere destrozar el fiero león” (publicado en el Glasgow University Emblem Website).

4.5.4. Hay que suprimir las ocasiones.
En una misericordia de las sillas altas figura un animal representado con una serie de mamas desarrolladas y visibles que podría identificarse con una loba.
Dice el Bestiario Latino que las lobas “Por su rapacidad son comparadas con las prostitutas, porque devastan las posesiones de sus amantes”. Isabel Mateo identifica la representación con un emblema publicado por Jacobus Bruck en la “Emblemata Moralia” y que dice: “HAY QUE SUPRIMIR LAS OCASIONES: La ociosidad, las conversaciones lascivas y las costumbres depravadas son causa de que se exponga la honestidad. Madres, cuidad de que vuestras hijas no tengan ociosidad, de manera que no imiten en la obscena loba a la mujer depravada”.

4.5.5. Estas las dejas para que las coman hoy los cerdos.
En una misericordia de las sillas altas están tallados dos cerdos que comen o beben ávidamente; su fiero aspecto parece indicar que existe una disputa por la posesión de la comida.
El emblema que parece sirvió de inspiración, al menos eso piensa Isabel Mateo, lleva por título “Estas las dejas para que la coman hoy los cerdos”, y ataca la gula, uno de los vicios que suele encarnar este animal.
En sus “Emblemas Morales” dice, así, Sebastian de Covarrubias: HAEC PORCIS HODIE COMEDENDA: “Fue la vellota, el sustento y pasto/ de aquellos padres de la edad dorada,/ y agora es tan grossero, vil, y basto,/ que sólo de los puercos es hozada./ Creció la gula, y con ella el gasto,/ y la superfluidad desatinada/ del excesivo modo en la comida, / que gasta la salud, hacienda y vida.”

4.5.6. Alegoría de la infancia y la vejez.
En una misericordia de las sillas altas aparecen tres niños montados sobre caballitos de madera; uno de ellos, sujeta con una de sus manos un largo palo en forma de T, en la que en sus extremos lleva unas hojas rectangulares, orientadas una hacia arriba y otra hacia abajo (pudiera ser el juguete llamado “rehilero”).
Para Isabel Mateo se trata de la representación de las edades extremas de la vida: infancia y vejez.
Covarrubias en sus Emblemas Morales se manifiesta de forma irónica sobre la pasión de los viejos por imitar a los niños: “Hazer casitas, y juntar ratones/ Con cavallos de caña, y rehileros:/ Dar cosetadas, es de juguetones,/ Y decrépitos viejos, tan niñeros: / Que bolviendo a la edad de mamantones/ Si los descontentáis, hazen pucheros,/ O vida sin vivir, o dura suerte/ Mas miserable, que la mesma muerte”.

BIBLIOGRAFÍA.

-Francisco Antón, “Estudio sobre el Coro de la Catedral de Zamora”, Madrid 1904.
-Francis Bond, “Wood carvings in english churches. II: Misericords”, Londres 1910.
-Javier Castán Lanaspa, Ficha nº. 23, Cat. exp. Remembranza, Las Edades del Hombre, Zamora 2001.
-Manuel Gómez-Moreno, “Catálogo Monumental de España. Provincia de Zamora (1903-1905)”, Madrid 1927.
-Rainer y Rose-Marie Hagen, “Bruegel. La obra completa”, Taschen, Colonia 2005.
-Isabel Mateo Gómez, “Temas profanos en la escultura gótica española. Las sillerías de coro”, Madrid 1979.
-Dorothy y Henry Kraus, "Las sillerías góticas españolas", Madrid 1984.
- L. Maeterlinck, “Le genre satirique, fantastique et licencieux dans la sculpture flamand et vallone. Les misericordes des stalles”, Paris 1910.
-Guadalupe Ramos de Castro, “La Catedral de Zamora”, Zamora 1982.
-Mº Dolores Teijeira Pablos, “Juan de Bruselas y la sillería coral de la Catedral de Zamora”, Zamora 1996.
NOTAS.
-El entallador que realizó la misericordia en la que aparecen tres niños, montados dos de ellos sobre caballitos de madera, parece claro empleó como modelo uno de los grabados que figuraron en muchos de los primeros Libros de Horas impresos, como los que realizaron Philippe Pigouchet o Thielman Kerver, y que también serían empleados en la talla de la sillería de coro de la catedral de Ciudad Rodrigo pocos años después. ¿Casualidad o participación de alguno de los entalladores que aquí trabajaron -o del mismo Juan de Bruselas- en el taller de Rodrigo Alemán?. [Se adjunta, en esta revisión del 31-03-14, copia del grabado al que se hace referencia].


Créditos:
Brueghel el Viejo, "Proverbios flamencos", Web Gallery of Art.
Grabados: "Symbolorum et Emblematum", en Fondos digitales, Universidad de Sevilla; "Hecantographie", en Glasgow University Emblem Website; "Emblemas Morales", en "Literatura Emblemática Hispánica", Universidade da Coruña.
Fotografías: el autor del blog.



lunes, 13 de febrero de 2012

SILLERÍAS DE CORO (III)


Sobre la Sillería de coro de la Catedral de Zamora. (III)
(TERCERA PARTE)


4. LITERATURA CULTA Y LITERATURA POPULAR.

En el panel inferior derecho de la primera escalera, lado Epístola, se representa una escena en la que un clérigo, con orejas de burro, aparece sentado ante un atril que sostiene un libro abierto; con la mano izquierda se santigua mientras que con la derecha, a escondidas, hace la “higa” (coge el pulgar entre las falanges de los dedos índice y corazón) señal de burla de larga tradición.
En la Edad Media muy poca gente sabía leer (las actas de las visitas pastorales lo señalan incluso para algunos clérigos: ”dixieron ser buen onbre, que non sabe leer”; otro:”que non sabe gramática”; etc), por lo que los relatos se contaban en voz alta por algunos narradores que sí eran capaces y que determinaban con su talento y puesta en escena el éxito del texto. La imagen puede aludir a ello pues creo que todos los paneles laterales de las escalerillas hacia los estalos altos tienen relación o ilustran textos literarios cultos conocidos en la época.
Muchas de las escenas talladas en la sillería ponen en evidencia los vicios de los frailes, representándoles transformados en animales e identificando sus hazañas con las de éstos; por ejemplo, cuando se recurre a la iconografía del Roman de Renart (“literatura culta”) para criticar los sermones hipócritas de los frailes o su rapacidad, o cuando nos los muestran como personas, pero con orejas de burro. En este ambiente de desintegración moral que afectó a los miembros de la Iglesia, surgieron o se divulgaron en el siglo XV algunos refranes, como el “Non faze el ávito al monxe”, que podríamos considerarles como representantes de la literatura popular.

4.1. EL ROMAN DE RENART.

En la Edad Media circulaban numerosas fábulas inspiradas en Esopo. Fueron escritas, en latin, por Fedro (siglo I), Babrio, (siglo II) o Aviano (finales del siglo IV). Las fábulas de Fedro, recopiadas en los monasterios, y adaptadas en verso hacia 1175, en un latin bárbaro, se conocen como Romulus.
Estas fábulas escenifican un mundo animal del que emana una enseñanza moral a menudo acompañada por una sátira política y social. En base a este modelo, a mediados del siglo XII, un monje de Gante llamado Nivardo, redactó un poema en latin de unos 6500 versos, llamado Ysengrimus, donde aparece el personaje de Reinardus y sus primeras aventuras.
Años después, monjes y clérigos se divirtieron en tejer las aventuras del lobo Ysengrimus y del zorro Reinardus, traduciéndolo del latin al “romance”, -el lenguaje corriente o hablado por el pueblo -, añadiendo episodios o remodelándoles a su gusto. Así se constituyó el Roman de Renart, un conjunto de relatos en los que Renart el zorro es el héroe. Los autores, una veintena, fueron clérigos fuertemente impregnados por la literatura clásica latina y neolatina. El nombre del primero de ellos nos es conocido: un tal Pedro de Saint-Cloud, quien convirtió al zorro en símbolo de la villanía. En el Roman de Renart la lucha entre la burguesía y el feudalismo, y la crítica clerical, hallan su mejor expresión literaria.
Uno de los episodios del Roman de Renart que aparece representado en la sillería del coro de Zamora es el de “Renart y el Gallo Chantecler”, un aviso contra los embusteros e hipócritas. La talla ilustra la “branche” -cuento breve- que narra como el zorro llega a una granja abundante en aves de corral. Las gallinas, al verle, se asustan y avisan al gallo Chantecler, jefe del gallinero. Ante su presencia, Renart se da cuenta de la dificultad que tiene el robo de las gallinas y decide conquistar primero, por medio de engaños, la amistad del gallo; piensa que lo mejor es alabar lo bien que cantan todos los de su familia. El gallo recela al principio, pero, poco a poco, va cediendo a las palabras lisonjeras del zorro hasta el extremo de cantar para él. Renart finge entonces ser corto de oído e invita a Chantecler a que acorte distancias para oírle mejor; cuando el gallo, en un supremo esfuerzo para ser oído, intenta una nota aguda que le hace cerrar los ojos, Renart aprovecha para atraparlo. En la talla de la sillería el zorro aparece cubierto con una cogulla y coge con su pata delantera la cabeza del gallo.
Quizás el episodio que más se prodigó en el arte de la Edad Media es el que presenta al “zorro predicando a las gallinas”; la historia no es sino una sátira contra los hipócritas sermones de los malos clérigos medievales. Renart, al ser rechazado ya en otra ocasión por las gallinas, se reviste de falsa humildad y les ruega no lo echen hasta que, arrepentido, haya predicado por la paz, el amor y la caridad. Comienza hablando a todo el gallinero de cómo era un pecador y de su posterior arrepentimiento, y así va ganando la confianza de las aves hasta conseguir atrapar a algunas de ellas (obsérvese cómo Renart saca las garras de su pata derecha, mientras lleva ya una dentro de la capucha).
Todos estos engaños y crímenes de Renart provocan en los demás animales el deseo de darle muerte. Asustado entonces, huye y pide a Dios que lo disfrace de forma que no pueda ser reconocido por ellos. En su huida se encuentra con la casa de un tintorero que tenía una tina con pintura amarilla, por lo que se arroja en ella para cambiarse el color de la piel. Conseguido esto, continua su camino y, al tropezarse con el lobo Isengrin -uno de sus perseguidores- y no ser reconocido por éste, decide convertirse con su nueva piel en un “zorro trovador”. Permanece oculto algún tiempo, mientras aprende a tocar un instrumento musical; bajo el nuevo disfraz, piensa, conseguirá presas con más facilidad. Cuando ha alcanzado su nueva personalidad, regresa a su casa.
Entre tanto, y a causa de la larga ausencia de Renart, su esposa Hermelin, creyéndole muerto, se dispone a contraer nuevo matrimonio con su primo Poincet. Cuando se presenta Renart no le reconocen y, tomándole por un auténtico trovador, le invitan a tocar y cantar en la boda. En la talla de la sillería aparece el zorro a la izquierda, con aspecto decrépito -consecuencia de sus últimos tiempos desgraciados-, tocando la cornamusa, mientras que Hermelin y Poincet danzan felizmente y otro zorro contempla la escena.

4.2. FÁBULAS.

Las fábulas son breves composiciones literarias en las que los personajes son casi siempre animales u otros seres animados o inanimados, que presentan características humanas, y que suelen terminar con una moraleja.
Todas las fábulas cuya representación se ha identificado en la sillería pertenecen a las obras de Esopo y en sus ediciones más tempranas, -como en el incunable de Steinhowel de 1479, o en las primeras impresiones realizadas en España- aparecen grabados en los que pudieron inspirarse los entalladores de Zamora.

4.2.1. Fábula del lobo y el asno.

En el “Esopi appologi sive mythologi, …”, publicado en Basilea en 1501, -existen diversas ediciones digitales como p.e. la de la Universidad de Mannheim-, la fábula del lobo y el asno, se ilustra con el siguiente grabado:
Una misericordia de las sillas altas nos ofrece una escena semejante. Aparece representado un asno atado a un lobo con una cuerda, aunque en el grabado de la edición de Esopo acompaña a los animales un leñador, que no se representa en la misericordia. La escena que se recoge, en esta, correspondería al momento en que el lobo, engañado por el asno, es conducido a su desgraciado fin.
La fábula del lobo y el asno cuenta que un lobo pensó matar a un asno que pastaba en el campo. Se acercó al burro para decirle que iba a comerle porque tenía mucha hambre. El burro le suplicó una sola cosa; que no le comiese en el camino porque sería un desdoro para él cuando lo supiesen su amo y sus vecinos. Le ofreció una cuerda para que se la atase al cuello como si fuera su esclavo y le sugirió ir a la montaña donde le comería a gusto. El lobo, que no imaginó el engaño, aceptó la propuesta y caminaron bajo la dirección del asno que en vez de ir a la montaña se dirigió a la casa del amo. Este, al advertir al lobo, salió con sus criados y le hirieron a palos; uno de ellos, al intentar golpearle en la cabeza con un hacha, rompió la cuerda, de modo que el lobo pudo huir contento a la montaña por haber escapado de semejante peligro.
Enseña nos esta fábula que non creamos ligeramente a aquellos a quien nos mesmos queremos fazer mal y dapño: y como fuéramos engañados que mejor y más diligentemente desde en adelante nos guardemos”.

4.2.2. Fábula del hacha y el mango.

En una edición de las fábulas de Esopo en alemán, de Steinhowel 1479, el siguiente grabado ilustra la fábula del hacha y el mango:
Y en una edición también de Steinhowel, pero en español, de 1521, aparece este otro (ambos grabados pueden verse en las versiones digitales correspondientes, en la “Library of Congress”):
La fábula del hacha y el mango narra que habiendo un hombre fabricado un hacha, pidió a los árboles del bosque consejo sobre qué madera era la más idónea para hacer un buen mango. Todos estuvieron de acuerdo con que fuese de acebuche. Una vez realizó el mango y lo hubo ajustado, comenzó a cortar los altos robles. Mientras lo hacía, cuentan que la encina dijo al fresno: "Bien merecido lo tenemos".
En una misericordia de las sillas bajas está tallada una escena en la que un hombre da hachazos al tronco de un árbol, mientras otro espera para hacer lo mismo.(Por mutilación de la talla, el hacha de uno de ellos solo aparece parcialmente; en el tronco del árbol se aprecia la herida de los golpes recibidos). Puede tratarse, quizás, de una escena costumbrista, pero lo más probable es que estemos ante la representación de la fábula de Esopo de “El Hacha y el Mango”.

4.2.3. Fábula de la raposa y de las uvas.

En un incunable, “Esopi Appologi ...”, impreso en Basilea en 1501, puede verse el siguiente grabado:
La fábula de la raposa y las uvas cuenta que viendo una raposa unos racimos de uvas ya maduras trataba de imaginar como subir a la parra para comerlas. Mas como todos sus intentos fueron baldíos, cuando le llegó la tristeza, comenzó a decirse que aquellos racimos estaban aún muy verdes y agraces y que en caso de que los alcanzase no se los comería. “Significa esta fábula que es prudecia et sabiduría simular et mostrar que no ha gana ni quere alguas cosas que las dessea en la vdad, quado él conosce que non las podría alcaçar”.
Entre las escenas que decoran la crestería existe una en la que se ve a dos zorras, -según Isabel Mateo-, intentando coger sendos racimos de uvas de un parral. Para ella no cabe duda de que, se trata de la representación de la fábula de Esopo sobre “La raposa y las uvas”. Para Mª Dolores Teijeira, por el contrario, aparecen un perro y una cabra, y la talla estaría inspirada en un emblema de J. Camerarius sobre la dificultad de llegar a lo más alto.


4.3. OTROS TEXTOS LITERARIOS.

Desconozco a qué textos literario hacen referencia algunas tallas situadas en los laterales de las escalerillas de aceso a las sillas altas pero por su contenido y ubicación creo se refieren a algunos entonces muy en boga.
En uno de estos relieves, por ejemplo, figuran un hombre y una mujer, en lo que pudiera ser una barca; el hombre, tonsurado y con ropa talar, se abalanza sobre la mujer, que se sienta en el borde de la barca con el cuerpo fuera. El tema quizás se corresponde con alguna sátira religiosa, en la que se reflejase que el clérigo trata de seducir a la mujer, ante lo cual ésta prefiere arrojarse por la borda.
En otro panel aparece un mono haciendo la “higa” a un hombre revestido con signos de autoridad
También me es desconocida la interpretación del relieve en el que un hombre hace la “higa” a otro y este le tira de la barba mientras le amenaza con un puñal.

O el del diseño más amable de un jabalí con su cría

BIBLIOGRAFÍA.

-Francisco Antón, “Estudio sobre el Coro de la Catedral de Zamora”, Madrid 1927.
-Francis Bond, "Wood carvings in english churches. Misericords", Londres 1910.
-Ana Arranz Guzmán, “Amores desordenados y otros pecadillos del clero”, en Pecar en la Edad Media, Silex Universidad, Madrid 2008.
-Javier Castán Lanaspa, Ficha nº. 23, Cat. exp. Remembranza, Las Edades del Hombre, Zamora 2001.
-Manuel Gómez-Moreno, “Catálogo Monumental de España. Provincia de Zamora (1903-1905)”, Madrid 1927.
-Isabel Mateo Gómez, “Temas profanos en la escultura gótica española. Las sillerías de coro”, Madrid 1979.
- L. Maeterlinck, “Le genre satirique, fantastique et licencieux dans la sculpture flamand et vallone. Les misericordes des stalles”, Paris 1910.
-Guadalupe Ramos de Castro, “La Catedral de Zamora”, Zamora 1982.
-Mº Dolores Teijeira Pablos, “Juan de Bruselas y la sillería coral de la Catedral de Zamora”, Zamora 1996.
-VV.AA., “Cuentos de Renart el zorro”, traduc y notas Roberto Ruiz Capellán, Valladolid 2009. 

(cont.)

Créditos:
Grabados:  "Esopi appologi ...", Basilea 1501, Universität Mannheim; "Fábulas de Esopo", ed. Steinhowel 1479 y 1521, "Library of Congress".
Fotografías: el autor del blog.

viernes, 3 de febrero de 2012

SILLERÍAS DE CORO (III)


Sobre la Sillería de coro de la Catedral de Zamora. (II)
(SEGUNDA PARTE)
  
3. ESCENAS DE LA VIDA DIARIA.

a) Trabajos en el campo.
Un campesino regresa del trabajo a horcajadas sobre un buey cuando encuentra a un perro que le ladra, o que se asusta al ver a un lobo dispuesto a atacarle. Una talla en bulto redondo, en lo alto de la barandilla de las escaleras que acceden a los estalos altos, nos habla de la vida diaria en los pueblos o en las pequeñas ciudades de finales del siglo XV.
También en una misericordia de las sillas altas figura un caballo al trote con un arado, sujeto a uno de sus lados, y un anciano campesino trás de él.
 Y en otra se representa a un aldeano llevando a un buey con un ronzal.

En la mayor parte de las escenas que veremos en este artículo no encontramos ningún matiz moralizador, sino que constituyen documentos gráficos de costumbres. Son fieles retratos de la vida vulgar en los pueblos, las pequeñas ciudades, y entre gente sencilla.

b) Relaciones humanas.
En una misericordia de las sillas bajas se representa a dos hombres, en el interior de una taberna, hablando mientras comen de unas escudillas, sentados alrededor de una mesa en la que reposan una jarra y dos panes
Y en otra misericordia de las sillas bajas figura un hombre partiendo el pan mientras una mujer le observa. A la izquierda, sobre una mesa, una jarra, unos cuchillos y algún alimento.
También, en las sillas altas, un hombre y una mujer están sentados en torno a unas brasas sobre las que pende un gran caldero. Mientras el hombre calienta sus pies en el fuego, la mujer parece arrojar a la marmita grandes trozos de carne, en una rudimentaria manera de cocinar.
Estas representaciones pueden quizás representar la felicidad del hogar según dice F. Bond; incluso es frecuente hallar entre las misericordias de matrimonios infelices el contraste con las de matrimonios felices, y en consecuencia del bienestar del hogar. En la Edad Media el matrimonio era generalmente concertado por los padres, convirtiéndose en un acto de conveniencia, y aunque no todos terminasen mal, ese comienzo no auguraba un feliz desenlace.

c) Educación.
Decía en el siglo XIII Alfonso el Sabio, en las “Partidas”: “… deuen los Maestros mostrar sus saberes a los escolares leyendo los libros e faziéndogelo entender lo mejor que ellos pudieran”.
En las representaciones medievales el maestro de escuela se reconoce, no sólo porque los alumnos son niños, sino porque siempre lleva en la mano una palmeta o algo similar como signo de autoridad. Covarrubias dice en sus Emblemas Morales a propósito de la palmeta o látigo: ”Soy arma del maestro de la escuela,/ De los niños espanto, y soy temida,/ Quando les doy, en forma que les duela,/ Por traer la lición mal aprendida…”.
Un maestro y sus alumnos se representan en una misericordia de las sillas altas. El maestro sostiene en la mano una palmeta, mientras con la otra indica a los niños que reciten su lección; estos, de diferentes edades, miran a su maestro mientras sostienen sus libros abiertos, en una escena típica de la enseñanza infantil.

d) Medicina tradicional o conocimientos médicos.
En una misericordia de las sillas bajas un hombre con capucha examina el trasero de otro desde un pequeño edificio.
En la Edad Media, la medicina se estudió, enseñó y practicó en los conventos, que en la misericordia de la catedral podrían estar simbolizados por el edificio del que asoma el fraile. Para el doctor López-Ríos, proctólogo y cirujano, en la talla anterior nos encontramos ante una exploración proctológica evidente; y cita las enfermedades que podía estar tratando el fraile de la sillería apoyándose en un texto del siglo XIII, la “Chirurgia” de Teodorico de Lucca: “Las pasiones de fondón quanto es de presente son diez y son estas: emorroydes, apostemas, atrices, condilomata, figo, resquebrajaduras, paralisis, fistola, el salir del fondon y começon”.
Otras imágenes son también de métodos curativos tradicionales. Así en una misericordia de las sillas bajas una religiosa, o un religioso, frota con alguna piedra curativa el trasero de un hombre para curarle alguna enfermedad.
Isabel Mateo apunta que esta escena puede relacionarse con prácticas médicas, teniendo en cuenta el uso que se hacía de ciertas piedras con fines curativos de todo tipo de dolencias, como la utilización de la piedra llamada “Vidiana” que tenía la virtud de curar las hemorroides, o la denominada “Zamoricaz” que servía para asegurar la castidad (“que los sabios antiguos dábanla a los religiosos, a los ermitaños y a aquellos que prometían de tener castidad y a alguno de los gentiles que tenían por ley no yacer con sus mujeres”, Lapidario l rey Alfonso el Sabio).
Práctica ampliamente utilizada  en la Edad Media fue la aplicación de enemas. En una misericordia de las sillas bajas, para Isabel Mateo, se representa a un clérigo aplicando uno a un hombre arrodillado.
Sin embargo, para el doctor Fernando López-Rios, se trata de la representación del SOPLACULOS, término acuñado por Van Gennep. “Soufflacul”: “Jóvenes disfrazados de mujer (generalmente vestidos con camisas blancas de mujer), provistos de un fuelle, se siguen en fila.Cada uno sopla bajo la camisa del que le precede. A veces cantan coplas. La procesión puede ser lineal o circular”. Imagino proviene de un tradición que aún se conserva en el Jura (Los Alpes), donde el miércoles de Carnaval se cazaba al Maligno: los monjes de la abadía de Condat (el Saint-Claude de otra época) recorrían en fila la villa llevando un fuelle que orientaban en dirección del que les precedía.
Más dificil de interpretar es una misericordia de las sillas altas donde un campesino frota con una piedra el trasero de un animal cuadrúpedo cuya parte delantera está oculta en una construcción. ¿Se representa, en esta misericordia, la castración del animal para mejorar su peso y calidad alimenticia ? (lo que nos hace incluirla en este grupo), o, como se inclina Isabel Mateo, ¿ se trata de una imagen de odio de las clases populares hacia la nobleza (y su deseo de atacar la propiedad del noble), representada a través de la castración del animal ?.

e) Castigos judiciales.
En una misericordia de las sillas bajas un hombre, la cabeza cubierta por una caperuza con orejas, es conducido sobre un asno a presidio recibiendo azotes. El delito castigado con azotes era muy frecuente, por lo que es dificil determinar que delito representa. El que el preso vaya sobre un asno y con la cabeza cubierta por una coroza con orejas lleva a pensar si no se tratará del prendimiento de un judío o de un hereje.

f) Juegos.
Entre las representaciones de escenas de la vida cotidiana no podían faltar los juegos. Unos, los considerados honestos -como los juegos de pelota-,son menos abundantes que los deportes de fuerza, muchas de cuyas representaciones son verdaderas peleas callejeras.
En una misericordia de las sillas bajas se representa un juego, que debía ser frecuente, en el que dos hombres sentados, y con los pies juntos, tiran de una barra o palo, hasta que uno de ellos consigue atraerlo hacia su lado. Maeterlinck interpreta una escena similar como sátira del juego de la Pannoy.
En otra misericordia de una silla próxima dos “putti” tiran de una rama sustituyendo a los dos hombres que tiraban de la barra; parece una crítica amable. Los ejercicios de fuerza debieron ser muy practicados durante la Edad Media.
En un panel de remate, sobre las sillas altas, una mujer y un hombre parecen divertirse con un juego de pelota que se ejecuta con largos bastones terminados en palas; el juego sería una variante del mallo o chucca.

g) Lucha.
Trás la caza, la ocupación más frecuentada por el hombre medieval era la guerra que le daba ocasión de demostrar su coraje; en su ausencia, las luchas de todo tipo, eran frecuentes. Los torneos fueron muy censurados por la Iglesia y por las leyes y sufrieron una crítica a veces tan cruel que dió lugar a representaciones a veces ridículas con el fin de herir el orgullo de los nobles. Las misericordias de Zamora satirizan los torneos de a pie, con el  empleo de armas inferiores, y por su realización entre aldeanos o burgueses, o como la mostrada entre un clérigo y un laico con lanza y escudo (en otras ocasiones las armas se sustituyen por simples piedras o pelean a patadas). Lo normal es que no se conozca el motivo de la lucha.
Otra representación nos muestra a dos jóvenes que parecen iniciar una lucha con espadas mientras un tercero, en el centro, intenta separarles.
En ocasiones las armas son sustituidas por piedras; en la misericordia uno de los contrincantes ha recibido ya una pedrada en la mejilla. Maeterlinck interpreta ciertas escenas de luchas como una sátira de los combates y de los combatientes.
Incluso a veces los luchadores pelean a patadas, con las manos y tirándose de los pelos. Rodrigo Caro en su “Juegos de muchachos” o “Días geniales y Lúdicros” dice, a propósito de la lucha, que era un ejercicio duro y peligroso, y que lo denominaban “apuñearse”, “en la lucha, cogiéndose por en medio, se mueven unos a otros violentamente”.
Aunque quizás entre las representaciones de luchas en la sillería de la catedral de Zamora, las más hermosas e inquietantes se representan en los apoyamanos de la silla obispal, donde figuran dos parejas de niños: en el de la derecha, uno de ellos va vestido al modo cristiano
y en el de la izquierda lo hacen con turbantes y atuendo musulman
Mientras en el apoyamanos de la derecha, uno de los niños parece ayudar al que va desnudo, en el de la izquierda uno de ellos tira al otro del pelo y éste parece responder con  un puñal que guarda en su mano. En 1502-1505 cuando se realiza la sillería estaba aún cerca el fin de la Reconquista; para Mª Dolores Teijeira quizás las imágenes, por el lugar que ocupan, -la silla principal-, quieran representar el triunfo de la caridad cristiana sobre la astucia y la traición de los musulmanes.

BIBLIOGRAFIA.

-Francisco Antón, "Estudio sobre el coro de la Catedral de Zamora", Madrid 1904.
-Francis Bond, “Wood carvings in english churches. II: Misericords”, Londres 1910.
-Javier Castán Lanaspa, Ficha nº. 23, Cat. exp. Remembranza, Las Edades del Hombre, Zamora 2001.
-Manuel Gómez-Moreno, “Catálogo Monumental de España. Provincia de Zamora (1903-1905)”, Madrid 1927.
-Fernando López-Ríos Fernández, “Arte y medicina en las misericordias de los coros españoles”, JCyL, Salamanca 1991.
-Isabel Mateo Gómez, “Temas profanos en la escultura gótica española. Las sillerías de coro”, Madrid 1979.
- L. Maeterlinck, “Le genre satirique, fantastique et licencieux dans la sculpture flamand et vallone. Les misericordes des stalles”, Paris 1910.
-Pelayo Quintero Atauri, “Sillerías de coro en las iglesias españolas”, Cádiz 1928.
-Guadalupe Ramos de Castro, “La Catedral de Zamora”, Zamora 1982.
-Mº Dolores Teijeira Pablos, “Juan de Bruselas y la sillería coral de la Catedral de Zamora”, Zamora 1996.

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