lunes, 13 de febrero de 2012

SILLERÍAS DE CORO (III)


Sobre la Sillería de coro de la Catedral de Zamora. (III)
(TERCERA PARTE)


4. LITERATURA CULTA Y LITERATURA POPULAR.

En el panel inferior derecho de la primera escalera, lado Epístola, se representa una escena en la que un clérigo, con orejas de burro, aparece sentado ante un atril que sostiene un libro abierto; con la mano izquierda se santigua mientras que con la derecha, a escondidas, hace la “higa” (coge el pulgar entre las falanges de los dedos índice y corazón) señal de burla de larga tradición.
En la Edad Media muy poca gente sabía leer (las actas de las visitas pastorales lo señalan incluso para algunos clérigos: ”dixieron ser buen onbre, que non sabe leer”; otro:”que non sabe gramática”; etc), por lo que los relatos se contaban en voz alta por algunos narradores que sí eran capaces y que determinaban con su talento y puesta en escena el éxito del texto. La imagen puede aludir a ello pues creo que todos los paneles laterales de las escalerillas hacia los estalos altos tienen relación o ilustran textos literarios cultos conocidos en la época.
Muchas de las escenas talladas en la sillería ponen en evidencia los vicios de los frailes, representándoles transformados en animales e identificando sus hazañas con las de éstos; por ejemplo, cuando se recurre a la iconografía del Roman de Renart (“literatura culta”) para criticar los sermones hipócritas de los frailes o su rapacidad, o cuando nos los muestran como personas, pero con orejas de burro. En este ambiente de desintegración moral que afectó a los miembros de la Iglesia, surgieron o se divulgaron en el siglo XV algunos refranes, como el “Non faze el ávito al monxe”, que podríamos considerarles como representantes de la literatura popular.

4.1. EL ROMAN DE RENART.

En la Edad Media circulaban numerosas fábulas inspiradas en Esopo. Fueron escritas, en latin, por Fedro (siglo I), Babrio, (siglo II) o Aviano (finales del siglo IV). Las fábulas de Fedro, recopiadas en los monasterios, y adaptadas en verso hacia 1175, en un latin bárbaro, se conocen como Romulus.
Estas fábulas escenifican un mundo animal del que emana una enseñanza moral a menudo acompañada por una sátira política y social. En base a este modelo, a mediados del siglo XII, un monje de Gante llamado Nivardo, redactó un poema en latin de unos 6500 versos, llamado Ysengrimus, donde aparece el personaje de Reinardus y sus primeras aventuras.
Años después, monjes y clérigos se divirtieron en tejer las aventuras del lobo Ysengrimus y del zorro Reinardus, traduciéndolo del latin al “romance”, -el lenguaje corriente o hablado por el pueblo -, añadiendo episodios o remodelándoles a su gusto. Así se constituyó el Roman de Renart, un conjunto de relatos en los que Renart el zorro es el héroe. Los autores, una veintena, fueron clérigos fuertemente impregnados por la literatura clásica latina y neolatina. El nombre del primero de ellos nos es conocido: un tal Pedro de Saint-Cloud, quien convirtió al zorro en símbolo de la villanía. En el Roman de Renart la lucha entre la burguesía y el feudalismo, y la crítica clerical, hallan su mejor expresión literaria.
Uno de los episodios del Roman de Renart que aparece representado en la sillería del coro de Zamora es el de “Renart y el Gallo Chantecler”, un aviso contra los embusteros e hipócritas. La talla ilustra la “branche” -cuento breve- que narra como el zorro llega a una granja abundante en aves de corral. Las gallinas, al verle, se asustan y avisan al gallo Chantecler, jefe del gallinero. Ante su presencia, Renart se da cuenta de la dificultad que tiene el robo de las gallinas y decide conquistar primero, por medio de engaños, la amistad del gallo; piensa que lo mejor es alabar lo bien que cantan todos los de su familia. El gallo recela al principio, pero, poco a poco, va cediendo a las palabras lisonjeras del zorro hasta el extremo de cantar para él. Renart finge entonces ser corto de oído e invita a Chantecler a que acorte distancias para oírle mejor; cuando el gallo, en un supremo esfuerzo para ser oído, intenta una nota aguda que le hace cerrar los ojos, Renart aprovecha para atraparlo. En la talla de la sillería el zorro aparece cubierto con una cogulla y coge con su pata delantera la cabeza del gallo.
Quizás el episodio que más se prodigó en el arte de la Edad Media es el que presenta al “zorro predicando a las gallinas”; la historia no es sino una sátira contra los hipócritas sermones de los malos clérigos medievales. Renart, al ser rechazado ya en otra ocasión por las gallinas, se reviste de falsa humildad y les ruega no lo echen hasta que, arrepentido, haya predicado por la paz, el amor y la caridad. Comienza hablando a todo el gallinero de cómo era un pecador y de su posterior arrepentimiento, y así va ganando la confianza de las aves hasta conseguir atrapar a algunas de ellas (obsérvese cómo Renart saca las garras de su pata derecha, mientras lleva ya una dentro de la capucha).
Todos estos engaños y crímenes de Renart provocan en los demás animales el deseo de darle muerte. Asustado entonces, huye y pide a Dios que lo disfrace de forma que no pueda ser reconocido por ellos. En su huida se encuentra con la casa de un tintorero que tenía una tina con pintura amarilla, por lo que se arroja en ella para cambiarse el color de la piel. Conseguido esto, continua su camino y, al tropezarse con el lobo Isengrin -uno de sus perseguidores- y no ser reconocido por éste, decide convertirse con su nueva piel en un “zorro trovador”. Permanece oculto algún tiempo, mientras aprende a tocar un instrumento musical; bajo el nuevo disfraz, piensa, conseguirá presas con más facilidad. Cuando ha alcanzado su nueva personalidad, regresa a su casa.
Entre tanto, y a causa de la larga ausencia de Renart, su esposa Hermelin, creyéndole muerto, se dispone a contraer nuevo matrimonio con su primo Poincet. Cuando se presenta Renart no le reconocen y, tomándole por un auténtico trovador, le invitan a tocar y cantar en la boda. En la talla de la sillería aparece el zorro a la izquierda, con aspecto decrépito -consecuencia de sus últimos tiempos desgraciados-, tocando la cornamusa, mientras que Hermelin y Poincet danzan felizmente y otro zorro contempla la escena.

4.2. FÁBULAS.

Las fábulas son breves composiciones literarias en las que los personajes son casi siempre animales u otros seres animados o inanimados, que presentan características humanas, y que suelen terminar con una moraleja.
Todas las fábulas cuya representación se ha identificado en la sillería pertenecen a las obras de Esopo y en sus ediciones más tempranas, -como en el incunable de Steinhowel de 1479, o en las primeras impresiones realizadas en España- aparecen grabados en los que pudieron inspirarse los entalladores de Zamora.

4.2.1. Fábula del lobo y el asno.

En el “Esopi appologi sive mythologi, …”, publicado en Basilea en 1501, -existen diversas ediciones digitales como p.e. la de la Universidad de Mannheim-, la fábula del lobo y el asno, se ilustra con el siguiente grabado:
Una misericordia de las sillas altas nos ofrece una escena semejante. Aparece representado un asno atado a un lobo con una cuerda, aunque en el grabado de la edición de Esopo acompaña a los animales un leñador, que no se representa en la misericordia. La escena que se recoge, en esta, correspondería al momento en que el lobo, engañado por el asno, es conducido a su desgraciado fin.
La fábula del lobo y el asno cuenta que un lobo pensó matar a un asno que pastaba en el campo. Se acercó al burro para decirle que iba a comerle porque tenía mucha hambre. El burro le suplicó una sola cosa; que no le comiese en el camino porque sería un desdoro para él cuando lo supiesen su amo y sus vecinos. Le ofreció una cuerda para que se la atase al cuello como si fuera su esclavo y le sugirió ir a la montaña donde le comería a gusto. El lobo, que no imaginó el engaño, aceptó la propuesta y caminaron bajo la dirección del asno que en vez de ir a la montaña se dirigió a la casa del amo. Este, al advertir al lobo, salió con sus criados y le hirieron a palos; uno de ellos, al intentar golpearle en la cabeza con un hacha, rompió la cuerda, de modo que el lobo pudo huir contento a la montaña por haber escapado de semejante peligro.
Enseña nos esta fábula que non creamos ligeramente a aquellos a quien nos mesmos queremos fazer mal y dapño: y como fuéramos engañados que mejor y más diligentemente desde en adelante nos guardemos”.

4.2.2. Fábula del hacha y el mango.

En una edición de las fábulas de Esopo en alemán, de Steinhowel 1479, el siguiente grabado ilustra la fábula del hacha y el mango:
Y en una edición también de Steinhowel, pero en español, de 1521, aparece este otro (ambos grabados pueden verse en las versiones digitales correspondientes, en la “Library of Congress”):
La fábula del hacha y el mango narra que habiendo un hombre fabricado un hacha, pidió a los árboles del bosque consejo sobre qué madera era la más idónea para hacer un buen mango. Todos estuvieron de acuerdo con que fuese de acebuche. Una vez realizó el mango y lo hubo ajustado, comenzó a cortar los altos robles. Mientras lo hacía, cuentan que la encina dijo al fresno: "Bien merecido lo tenemos".
En una misericordia de las sillas bajas está tallada una escena en la que un hombre da hachazos al tronco de un árbol, mientras otro espera para hacer lo mismo.(Por mutilación de la talla, el hacha de uno de ellos solo aparece parcialmente; en el tronco del árbol se aprecia la herida de los golpes recibidos). Puede tratarse, quizás, de una escena costumbrista, pero lo más probable es que estemos ante la representación de la fábula de Esopo de “El Hacha y el Mango”.

4.2.3. Fábula de la raposa y de las uvas.

En un incunable, “Esopi Appologi ...”, impreso en Basilea en 1501, puede verse el siguiente grabado:
La fábula de la raposa y las uvas cuenta que viendo una raposa unos racimos de uvas ya maduras trataba de imaginar como subir a la parra para comerlas. Mas como todos sus intentos fueron baldíos, cuando le llegó la tristeza, comenzó a decirse que aquellos racimos estaban aún muy verdes y agraces y que en caso de que los alcanzase no se los comería. “Significa esta fábula que es prudecia et sabiduría simular et mostrar que no ha gana ni quere alguas cosas que las dessea en la vdad, quado él conosce que non las podría alcaçar”.
Entre las escenas que decoran la crestería existe una en la que se ve a dos zorras, -según Isabel Mateo-, intentando coger sendos racimos de uvas de un parral. Para ella no cabe duda de que, se trata de la representación de la fábula de Esopo sobre “La raposa y las uvas”. Para Mª Dolores Teijeira, por el contrario, aparecen un perro y una cabra, y la talla estaría inspirada en un emblema de J. Camerarius sobre la dificultad de llegar a lo más alto.


4.3. OTROS TEXTOS LITERARIOS.

Desconozco a qué textos literario hacen referencia algunas tallas situadas en los laterales de las escalerillas de aceso a las sillas altas pero por su contenido y ubicación creo se refieren a algunos entonces muy en boga.
En uno de estos relieves, por ejemplo, figuran un hombre y una mujer, en lo que pudiera ser una barca; el hombre, tonsurado y con ropa talar, se abalanza sobre la mujer, que se sienta en el borde de la barca con el cuerpo fuera. El tema quizás se corresponde con alguna sátira religiosa, en la que se reflejase que el clérigo trata de seducir a la mujer, ante lo cual ésta prefiere arrojarse por la borda.
En otro panel aparece un mono haciendo la “higa” a un hombre revestido con signos de autoridad
También me es desconocida la interpretación del relieve en el que un hombre hace la “higa” a otro y este le tira de la barba mientras le amenaza con un puñal.

O el del diseño más amable de un jabalí con su cría

BIBLIOGRAFÍA.

-Francisco Antón, “Estudio sobre el Coro de la Catedral de Zamora”, Madrid 1927.
-Francis Bond, "Wood carvings in english churches. Misericords", Londres 1910.
-Ana Arranz Guzmán, “Amores desordenados y otros pecadillos del clero”, en Pecar en la Edad Media, Silex Universidad, Madrid 2008.
-Javier Castán Lanaspa, Ficha nº. 23, Cat. exp. Remembranza, Las Edades del Hombre, Zamora 2001.
-Manuel Gómez-Moreno, “Catálogo Monumental de España. Provincia de Zamora (1903-1905)”, Madrid 1927.
-Isabel Mateo Gómez, “Temas profanos en la escultura gótica española. Las sillerías de coro”, Madrid 1979.
- L. Maeterlinck, “Le genre satirique, fantastique et licencieux dans la sculpture flamand et vallone. Les misericordes des stalles”, Paris 1910.
-Guadalupe Ramos de Castro, “La Catedral de Zamora”, Zamora 1982.
-Mº Dolores Teijeira Pablos, “Juan de Bruselas y la sillería coral de la Catedral de Zamora”, Zamora 1996.
-VV.AA., “Cuentos de Renart el zorro”, traduc y notas Roberto Ruiz Capellán, Valladolid 2009. 

(cont.)

Créditos:
Grabados:  "Esopi appologi ...", Basilea 1501, Universität Mannheim; "Fábulas de Esopo", ed. Steinhowel 1479 y 1521, "Library of Congress".
Fotografías: el autor del blog.

2 comentarios:

  1. Me parece una colección de gran belleza y valor, con tallas de calidad.
    También es interesantísima la recopilación y comentarios, apoyada en tan buenas fotografías.
    Enhorabuena por el trabajo.

    ResponderEliminar