miércoles, 13 de junio de 2012

ESCULTURA FUNERARIA (II)

Sepulcro del Dr. Juan de Grado canónigo de la Catedral de Zamora.


Juan de Grado, fue hombre de fuerte carácter y vida no demasiado ejemplar; tuvo una hija, Francisca, y mereció pena de excomunión por golpear a un monje, fray Pablo, del monasterio de Valparaíso. Nació en el concejo asturiano de Grado, hijo del maestro Juan Alonso de Cueto; estudió en Salamanca y Roma, fue doctor en leyes, abad del monasterio de Valparaíso y canónigo de la catedral de Zamora. Gozó de diversos beneficios eclesiásticos que le proporcionaron abundantes rentas.
Falleció el 22 de octubre de 1507 y a su muerte, lo sabemos por su testamento, el sepulcro ya estaba construido. Realizado en arenisca y alabastro, dos pilares encuadran un arco de medio punto decorado con una orla, bolas y caireles.
El frente del sepulcro se muestra dividido en tres partes. En la inferior, en un zócalo de unos 25 cms de alto aparecen representados unos putti  jugueteando con perros. El situado más a la izquierda agarra con su mano el ala de un águila; en el centro un putto azuza a un perro para que pelee con otro.
Algunas escenas más de este zócalo son las de unos putti caídos junto a unos perros o azuzándoles para que disputen un hueso; quizás sean símbolos portadores de contenido moral pues la Edad Media concibió el arte como una pedagogía. Para Ara Gil este plano inferior estaría dedicado "a las miserias de la condición humana".
Sobre el zócalo, en los extremos de una banda de arenisca de 50 cm, y bajo unos arcos escarzanos se representan a dos figuras femeninas coronadas, que los historiadores de arte que tratan del sepulcro suelen considerarlas como alegorías de las Virtudes. La Fe, situada a la derecha, sostiene un cáliz con su mano derecha y con la otra el astil de lo que fue una cruz.
La figura femenina del lado opuesto sujeta con sus manos un manojo de espigas. Para Yarza y para CJ Ara puede representar a la Esperanza, pues los instrumentos de la siega se relacionan con la esperanza de los campesinos en la buena cosecha; para Tejedor Micó y para Redondo Cantera representa a la Caridad, y para Ramos de Castro la Eucaristía (para esta historiadora  la situada a la derecha representaría a la Iglesia).
Entre ambas imágenes femeninas se encuentra la lápida que cierra el lucillo funerario; dos argollas metálicas servían para ser removida y poder introducir el féretro. En ella están tallados en relieve dos escudos con las armas del doctor Grado sostenidos por parejas de pajes tenantes: en campo de gules torre donjonada sobre una barca flanqueada por sendos árboles; en la parte superior de la torre una figura asoma a la ventana y en la inferior sobresale un escudo. Para Ara Gil este plano "pertenece a la vida terrena y social, representada por el rango y las virtudes".
La parte superior del frontal, de unos 60 cms está realizada en alabastro. En ella la escena se desarrolla ante un muro sobre el que dos pequeños pajes, situados en los extremos superiores, extienden un gran tapiz;  en el centro, la Virgen con el Niño flanqueada por dos ángeles, el de la derecha ofreciéndole un lirio y el de la izquierda tocando el laud.
A los lados de la Virgen se muestra al doctor Grado que le es presentado por sus dos santos patronos; a la izquierda figura San Juan Bautista.
[ cosas curiosas que no milagrosas ni simbólicas: el pie derecho del santo tiene seis dedos o dos meñiques]
Y a muy pequeña escala, en el ángulo inferior izquierdo del panel de alabastro, aparecen Aristóteles y la cortesana Philis o Campaspa cabalgando sobre él, sátira moralizadora que prevenía a los hombres sobre los peligros de la seducción femenina.
[Recordemos la historia narrada por Henri de Valenciennes inspirada en una leyenda oriental. El emperador Alejandro, encontrándose en las campañas de Oriente, conoció a la cortesana Philis, de la que se enamoró perdidamente poniendo en peligro la buena marcha de la guerra. Percatado su maestro Aristóteles, amonestó a su discípulo y le previno contra los peligros de esta clase de gozos, persuadiéndole a romper sus relaciones con Philis. Despechada ésta, decidió seducir al filósofo en presencia del discípulo, lográndolo una mañana; al expresar Aristóteles estar dispuesto a hacer lo que le exigiera a cambio de sus favores, ella le pidió que se dejara ensillar como un caballo y la paseara por el jardin sobre sus espaldas. Alejandro, al verle de ese modo, reprochó a su maestro el comportamiento, a lo que este le respondió: “Desconfiad del amor, que si de un viejo filósofo puede hacer un loco, a qué extremo no puede conducir a un joven príncipe”].
La razón de su presencia aquí se debe, probablemente, a que el canónigo y doctor en leyes Juan de Grado, al igual que el Aristóteles del "lai", cayó en la tentación: sabemos que perteneciendo ya al clero tuvo, al menos, una hija de nombre Francisca.
San Juan Evangelista, otro de los patronos del canónigo, figura detrás de él, a la derecha de la Virgen.
Que hasta la llegada del Renacimiento los artistas no eran nada más que los intérpretes del pensamiento de la iglesia puede apreciarse en las palabras de Juan de Grado en su testamento: "... y tomo por mis abogados para ante su gloriosa Magestad a la bien aventurada Virgen María su madre y a los benditos santos San Juan Bautista y a San Juan Apóstol Evangelista y al Arcángel Señor Miguel a los cuales plega presentar mi ánima cuando de mis carnes saliese ante su divinal presencia".
Claro que para confirmar completamente que la representación en el sepulcro obedece a lo señalado en el testamento de Juan de Grado tenemos que pedir prestada a don Manuel Gómez Moreno una fotografía que publicó en 1927 en su "Catálogo monumental de España" y de la que muestro un fragmento. Lo que ya es más difícil de averiguar es lo que pasó con el relieve del ángel que llevaba el alma del difunto en un paño, -sin duda el arcángel San Miguel-, y que en la fotografía del catálogo de don Manuel aparece en la cabecera del yacente.
Sobre la cama sepulcral, a tamaño natural, en alabastro, se representa al doctor Juan de Grado en una imagen que, por sus características, bien pudiera ser un auténtico retrato. Apoya cabeza y espalda en dos almohadas ricamente decoradas; los pliegues de sus vestidos caen rectos, como si estuviera de pie.
Viste prendas litúrgicas con una estola, labrada a modo de bordado, en la que se presenta a San Juan Evangelista, San Juan Bautista, San Pedro y San Felipe; la cabeza se toca con birrete de doctor que deja al descubierto parte de su cuidado cabello. Sujeta un cáliz ricamente ornamentado entre sus manos.
A los pies del yacente figura un servidor que sujeta un libro cerrado. Su mano derecha tiene muy largos y finos dedos, como en general, muchas de las esculturas del sepulcro.
En el borde de la cama sepulcral figura la siguiente inscripción: "SEPULTURA DEL DOCTOR JUA DE GRADO, CANONIGO DESTA IGLIA, EL QUAL RESTAURÓ ESTA CAPILLA E LA DOTÓ DE DOS CAPELLANES PERPETUOS".
En el tímpano del arcosolio el tema iconográfico representado es el "Árbol de Jesé". Según Jurgis Baltrusaitis, este árbol estaría inspirado en una leyenda oriental transmitida a occidente por los musulmanes; trata de la existencia en una isla lejana de un árbol extraordinario del que surgían en sus ramas las cabezas de los hijos de Adán, y por la noche o al amanecer  difundía canciones a Dios. En este caso la representación se basa en el texto de Isaías [Isaías 11,1] "Y brotará una vara del tronco de Jesé, y retoñará de sus raíces un vástago".
Jesé, padre de David, es representado, con la mano derecha junto a su cabeza cubierta por un gorro, y con larga y rizada barba,  acostado en un lecho cubierto por una colcha; de su costado izquierdo afloran las raíces del árbol. ¿Porqué se le representa dormido?; escribía en 1860 el abad Corblet: "¿No sería por analogía con Adán que dormía cuando Dios sacó a Eva de su costado?. Una nueva Eva reparadora de las faltas de la primera, debe salir de la raza de Jessé...", interpretación muy acorde con las ideas místicas de la Edad Media.
Las ramas del árbol terminan en flores de las que surgen los Doce Reyes de Judá, todos ellos con corona y cetro, excepto David que lleva un arpa o una cítara en la mano. Desde la Alta Edad Media en los Beatos y en las Biblias españolas esta genealogía se representaba por medio de una cadena de círculos que contenían los nombres de los antecesores de Jesús unidos entre sí por líneas, del mismo modo que, según Plinio, lo hacían los patricios romanos en sus tablas genealógicas que situaban en los atrios de sus casas; a partir del siglo XI los nombres se sustituyeron o complementaron con las imágenes de los antepasados de Jesús y hacia mediados del siglo XII los miniaturistas de Borgoña transformaron las uniones entre los retratos en ramas que formaban un árbol.
Están ordenados en tres filas, representándose cinco reyes en las dos primeras y dos en la última que son los que flanquean a la Virgen con el Niño que emerge de la flor más alta. Son figuras de medio cuerpo sin ningún signo que les identifique con la excepción de David; de esta forma evita plegarse a la genealogía proporcionada por el evangelista Mateo (que además trata de la línea que conduce a José, no a María).
La rosca externa del arcosolio está adornada con una cenefa trabajada a trépano con motivos vegetales entre los que se contorsionan animales o putti. El intradós del arco lleva motivos flamígeros acairelados de los que cuelgan dos ángeles con los instrumentos de la Pasión, los clavos y el martillo.
En la jamba de la derecha se personifica a San Pedro, de abundante y rizada barba, con las llaves pendientes de su costado; lleva un libro abierto en sus manos de dedos muy largos. Conviene recordar que al artista medieval no le estaba permitido ignorar el tipo tradicional de los personajes que representaba; San Pedro debía tener los cabellos ensortijados, la barba tupida y corta, y en la parte superior de la cabeza una tonsura, San Pablo en cambio, calva la frente, el pelo y la barba larga.
Bajo la peana que le sostiene e iniciando una orla que llegaba hasta el zócalo se representa a "Sansón desquijarando al león", una sirena, un ave y un niño.
La escena se basa en un pasaje del Libro de los Jueces [Jueces 14, 5-7]: "Bajó Sansón a Timna, cuando al llegar a los olivares de Timna le salió al encuentro un joven león rugiendo. Apoderóse de Sansón el espíritu de Yavé; y sin tener nada a mano, destrozó al león como se destroza un cabrito. No dijo nada a su padre ni a su madre de lo que había hecho. Bajó y habló a la mujer que le había gustado". Sansón, considerado como precursor de Jesucristo, se muestra como vencedor del pecado encarnado en el león.
A la misma altura, en la jamba de la izquierda, se representa a San Pablo con su característico atributo y su larga barba y cabellera. Llaman la atención sus manos; con la izquierda sostiene un libro abierto y con la derecha sujeta la espada desnuda, con la que sería decapitado, al tiempo que aferra el manto. Pedro y Pablo solían estar presentes por su carácter de columnas de la Iglesia.
Bajo la peana, dos niños desnudos se disponen a ahorcar al diablo, -se ha querido ver, a veces, como representación del castigo del avaro, como velada alusión al difunto cuya fortuna se basó en gran parte en la concesión de préstamos-,y en la continuación de la orla tres niños entre ramas uno de ellos abriendo las fauces a un dragón. Las dos representaciones bajo las peanas de los santos podrían ser representaciones simbólicas de la victoria del bien sobre el mal o ilustración de la derrota y castigo del pecado, pues en la edad media se concebía el arte como una pedagogía.
Apoyados en repisas decoradas a la altura de las enjutas, sobre los dos contrafuertes en pináculo que enmarcan el arcosolio, se presentan a cuatro profetas, bajo doseletes, dos de los cuales llevan un libro abierto en la mano y los otros dos filacterias. Al representar a los profetas los artistas medievales trataron de expresar que eran los apóstoles del Antiguo Testamento y que anunciaron las mismas cosas casi en la misma forma; son imágenes poco características al considerarles como sombras de los apóstoles. 
En las peanas aparecen un hombrecillo enlazando los brazos con las piernas y un hombre acurrucado apretando lo que parece una gaita.
Los otros dos profetas, situados en el lado derecho del sepulcro, se ubican sobre repisas decoradas con dos niños en posiciones forzadas con libros abiertos en sus manos. Se considera que el breve tratado "De ortu et obitu Patrum", -especie de diccionario biográfico en el que se mezcla la historia y la leyenda-, atribuido a San Isidoro de Sevilla, constituyó la fuente principal de cuanto la Edad Media refería de los profetas. En las filacterias que los artistas ponían en sus manos escribían algunos versículos tomados de sus libros; la palabra profética adquiría así más importancia que el profeta mismo, expresando de este modo el artista que no eran sino bocas por las que había hablado Dios.
En la parte superior del arco se presenta "El Calvario", pues se consideraba el instrumento cumbre de la Redención. Entre un cielo con nubes, -decoración en forma de escamas que recuerda las utilizadas por Simón de Colonia en sus obras-, se presenta a Cristo entre los dos ladrones; a la izquierda figura la Virgen con las manos cruzadas sobre el pecho, -sobre una repisa con dos dragones de cuellos entrelazados-, y a la derecha san Juan Evangelista con las manos juntas en oración, sobre otra repisa con dos niños afrontados.
El crucifijo se eleva sobre la calavera de Adán que simboliza la roca del Gólgota; debajo de la ménsula que lo soporta un perro parece huir, que se ha interpretado como símbolo de la derrota de los judíos .
Los dos ladrones, con los cuerpos contorsionados, están atados con cuerdas a troncos de árboles. Dimas, el buen ladrón según los Evangelios apócrifos, mirando hacia Cristo le recuerda la promesa relatada por el Evangelista Lucas [Lc 23, 43-44] "El le dijo: En verdad te digo, hoy serás conmigo en el paraíso. Era ya como la hora de sexta, y las tinieblas cubrieron toda la tierra hasta la hora de nona".
Bajo los ladrones dos ángeles recogen en cálices que llevan entre sus manos la sangre que brota del cuerpo de Cristo en alusión al sacramento de la Eucaristía.
Sobre el Calvario y a modo de remate del conjunto figura una orla en que se presenta una carrera o una batalla de jinetes con lanzas. Para Guadalupe Ramos de Castro aluden a la inmortalidad, para Tejedor Micó no tienen un significado especial siendo su función decorativa.
Se desconoce quien fue el autor o autores que realizaron el sepulcro. Para Yarza "el sepulcro es una obra religiosa y una manifestación de su deseo de perduración y de que quedara memoria de él en el futuro ... Las obras que más se le aproximan se encuentran en Burgos. Sobre todo en lo que afecta al desarrollo de la ornamentación y figuración".
[Para mí los parentescos compositivos y estilísticos nos llevan a Burgos; y en particular a alguno de los oficiales del antiguo taller de Gil de Siloe: ¿el "Maestro de las Manos Grandes" del retablo del Árbol de Jessé?.]

BIBLIOGRAFÍA.
- Clementina Julia Ara Gil, "El Aire, ficha 16. Capilla de San Juan Evangelista o Capilla del Dr. Grado". Cat Remembranza, Las Edades del Hombre, Zamora 2001.
-Jurgis Baltrusaitis, "La Edad Media fantástica", Madrid 1994.
-Cesàreo Fernández Duro, "Memorias históricas de la ciudad de Zamora, su provincia y obispado", t.II, Madrid 1882.
-Manuel Gómez Moreno, "Catálogo monumental de España. Provincia de Zamora", Madrid 1927.
-Emile Mâle, "L'art religieux du XIIIe siècle en France", Paris 1958.
-José Mª Quadrado, "Valladolid, Palencia y Zamora", Colección "España. Sus monumentos y artes. Su naturaleza e historia", Barcelona 1885.
-Guadalupe Ramos de Castro, "La catedral de Zamora", Zamora 1982.
-José Ángel Rivera de las Heras, "La catedral de Zamora", Zamora 2001.
-Gregorio J. Tejedor Micó, "Escultura funeraria. El sepulcro del doctor Grado en la catedral de Zamora", BMICA LIII, Zaragoza 1993.
-Joaquín Yarza Luaces, "La portada occidental de la colegiata de Toro y el sepulcro del doctor Grado, dos obras significativas del gótico zamorano", en "Arte medieval en Zamora", Stvdia Zamorensia 1988-9.

NOTAS.
-La capilla está situada a los pies de la nave de la epístola de la catedral; se inició su construcción a raíz del acceso al episcopado de Zamora de don Suero Pérez en 1255 para enterramiento propio. Fue conocida también como capilla del Tesoro porque se guardaban allí las reliquias de la catedral. Renovada completamente en torno al año 1500, cuando se hizo cargo de ella el doctor Grado para construir su sepulcro se la conoce desde entonces como capilla de San Juan Evangelista o del doctor Grado; en la clave de la bóveda están talladas sus armas.
Sobre la puerta de acceso a la capilla, desde la nave de la catedral, figura una escultura de San Juan atribuida también al escultor del sepulcro. Es una talla gótica de finales del siglo XV apoyada sobre una ménsula en la que se reconoce a un niño que estrangula a dos dragones, probablemente relacionados con el tema de la infancia de Hércules.
San Juan sujeta con su mano izquierda la copa emponzoñada, atributo con el que se le identifica como apóstol, y a sus pies aparece el águila con el tintero colgado del pico atributo que le corresponde como evangelista. 
-Cuando los trabajos de preparación de la exposición, de 2001, de Las Edades del Hombre se descubrieron en su interior dos arcosolios funerarios del siglo XIII que habían permanecido ocultos bajo tabique de ladrillo. En la pared de los nichos se encontraron un grupo de tallas de piedra que parecen haber pertenecido a un retablo de la época en que se realizó el sepulcro de Juan de Grado. Una de las piezas presenta el grupo de la Anunciación siguiendo un esquema iconográfico que procede de la pintura de los primitivos flamencos.
La Virgen, ante su pupitre sobre el que reposa un libro abierto en el tablero y una vela encendida en el estante (alusión a Cristo), de rodillas sobre un cojín, recibe al Ángel que sostiene en la mano izquierda  un cetro con una filacteria en donde estarían escritas las palabras de saludo. Entre ambos se sitúa una mesa con la vasija gallonada con el ramo de azucenas símbolo de María; a los pies del pupitre un perrillo.
En otra de las tallas, en un estilo algo distinto a lo que es frecuente, se representa a San Juan Bautista sedente en un trono con dosel; si bien iconograficamente el santo suele aparecer de pie, en un cuadro de la época del "maestro de Portillo "figura también  como aquí sentado.
Las otras dos piezas corresponden a los Evangelistas. San Marcos va protegido por su león alado que sostiene en una de sus manos el contenedor para la pluma; en el brazo del sillón se apoya el tablero sobre el que escribe.
San Lucas, junto al toro su símbolo iconográfico, alza su cabeza en busca de inspiración. Viste túnica y manto sujeto por un broche.


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