viernes, 14 de septiembre de 2012

RETABLOS (VIII)

Retablo de Santa Eugenia (iglesia de Santa Eugenia, Astudillo).


Para el cristiano de la Edad Media los santos eran los verdaderos héroes en la historia del mundo, se mezclaban en su vida, en sus actos y en sus pensamientos, pues los santos eran casi la única ciencia del hombre medieval; un verdadero santo era una persona que veía cara a cara a los demonios y a los ángeles, y los milagros que más gustaban eran aquellos en que los santos manifestaban su poder. Santiago de la Vorágine al escribir su "Leyenda dorada", conjunto de biografías de los santos, las daba a conocer al cristiano para que encontrasen en ellas todo lo que les agradaba: aventuras, milagros o un cuadro de la vida humana.
La "Leyenda dorada" fue el libro favorito de la Edad Media; casi todas sus leyendas de santos de origen oriental tienen aire de novela, por lo que todos estos relatos encantaban a un pueblo infantil. De los 243 capítulos que contiene la redacción más amplia (182 originales de fray Santiago y sesenta y uno incorporados a la obra por los copistas) uno de ellos corresponde a "San Proto y San Jacinto". La historia de santa Eugenia que nos cuenta el retablo de Astudillo responde a esta narración.
Eugenia, noble doncella, era hija de Claudia y de Felipe, duque de Alejandría, quien en nombre del emperador de Roma gobernaba toda la tierra de Egipto.
Proto y Jacinto fueron sus pajes y compañeros cuando estudiaba filosofía. Al cumplir quince años de edad, fue pedida en matrimonio por Aquilino, hijo de un cónsul del mismo nombre, pero Eugenia rechazó a su pretendiente.
Por aquel tiempo se permitía a los cristianos vivir en los alrededores de Alejandría; yendo Eugenia un día de paseo a una granja que sus padres tenían en el campo, al pasar por cierto sitio oyó cantar a los fieles un versículo del salmo 95: "Todos los dioses de los gentiles en realidad son demonios; en cambio, el Señor, es quien ha creado el cielo". Profundamente impresionada por el espectáculo de aquel grupo de fieles cantando al llegar a la granja propuso a Proto y Jacinto: "Debemos considerarnos como hermanos y hacernos discípulos de Cristo". Estos aceptaron la proposición.

Días más tarde, Eugenia salió ocultamente del palacio de su padre con los atavíos y aspecto de un hombre, acompañada por sus dos servidores Proto y Jacinto; se refugió en un monasterio, donde llevó una existencia tan santa, que no pasó mucho tiempo para que se le diera el cargo de abad, sin que ninguno de los monjes a su cargo supiesen que era una mujer.
Los padres de Eugenia al ver que la carroza en que la doncella había ido a la granja regresaba a casa vacía, se entristecieron e hicieron buscar a su hija por todas partes, pero nadie les dió razón de su paradero. Ante el resultado negativo de las pesquisas consultaron a unos adivinos, y estos les dijeron que su hija había sido trasladada por los dioses a las regiones siderales. Entonces Felipe mandó hacer una estatua representando a Eugenia y ordenó que de allí en adelante todo el mundo adorara a su hija y le tributara honores de diosa.

Vivía por aquel tiempo una noble señora llamada Melancia, a quien Eugenia había curado de unas cuartanas ungiendo su cuerpo con óleo bendito. Melancia, que siempre creyó que Eugenia era varón, como le estaba muy agradecido por su curación, comenzó a hacerle frecuentes visitas, y de tanto visitarlo se enamoró apasionadamente de aquel monje tan joven. Un día fingiéndose enferma le envió un mensaje para que fuera a visitarla a su casa y  le descubrió el apasionado amor que hacia él sentía. Fray Eugenio la rechazó horrorizado.
Entonces Melancia, despechada, temiendo que el monje pudiera contar a alguien lo ocurrido, comenzó a gritar pidiendo auxilio y a decir que fray Eugenio trataba de violarla. No contenta con esto fue a ver al prefecto y le acusó formalmente de intento de violación. El prefecto convocó a los alguaciles y les ordenó apresaran al denunciado fray Eugenio y a todos los siervos de Cristo, que los encerraran en la cárcel y que los dejaran allí vigilados hasta el siguiente día que serían arrojados a las fieras.

Eugenia fue llevada a prisión, en espera de ser condenada a muerte, aunque se las ingenió para hablar largamente con el juez, que resultó ser su padre. Le descubrió que era una mujer, para lo que rasgó la parte superior y delantera de la túnica de su hábito, y dejó al descubierto sus pechos; y le señaló que era a su hija a quien había mantenido encarcelada por un crimen que no podía haber cometido, y que los dos que estaban junto a ella eran Proto y Jacinto. Al oir esto Felipe la reconoció como su hija, más de pronto Eugenia se elevó del suelo hasta cierta altura y los presentes la veían suspendida en el aire y vestida con una túnica con hilos de oro y cayó del cielo una ráfaga de fuego que en un instante abrasó a Melancia y a toda su gente. Con motivo de este suceso los padres y todos los familiares de Eugenia se convirtieron al cristianismo. Cuando el emperador se enteró de que Felipe se había hecho cristiano, lo destituyó del cargo de prefecto, y un día los infieles lo mataron.
A la muerte de Felipe, Claudia, sus hijos y Eugenia regresaron a Roma y allí lograron que muchos paganos abrazaran la fe de Cristo, e incluso Eugenia consiguió que lo hicieran algunas doncellas. Eugenia fue atormentada de diversas formas y al final, la espada consumó su martirio.
Proto y Jacinto fueron llevados a un templo pagano para que adoraran a los ídolos, pero no sólo se negaron a hacer lo que les proponían, sino que con su oración destruyeron las imágenes de los falsos dioses. Como consecuencia ambos santos fueron decapitados, y de ese modo consumaron su martirio hacia el año 256, en tiempos de los emperadores Valeriano y Galo.
Y así termina el capítulo de San Proto y San Jacinto en la "Leyenda dorada" escrita por Santiago de la Vorágine .

La historia anterior que ahora nos parece tan extraña y fabulosa tuvo en su día gran predicamento. Ya a comienzos del siglo XII, p.e., se esculpía en la iglesia del monasterio de Vézelay (en la Borgoña, Francia) un capitel -probablemente inspirado en la obra de Honorius d'Autun "Speculum Ecclesiae" entonces muy de moda-, que nos la cuenta.
Otro ejemplo de su popularidad es el precioso manuscrito iluminado que conserva la Biblioteca Nacional de Francia del "Espejo Historial del rey Juan el Bueno" de mediados del siglo XIV (hacia 1335) que en los folios 152, 152v, 153, 154, 159v [pueden verse con internet en la base de datos "Mandragore" de la BNF bajo la signatura Arsenal 5080] ilustra el texto sobre la vida de Santa Eugenia de Vicente de Beauvais en traducción del latín de Vicente Vignay. O, ya más cercano a la fecha de realización del retablo, las miniaturas del manuscrito del "Miroir Historial", también conservado en la BNF bajo la signatura Français 50, folios 392 y 393v y cuya iconografía es más próxima a la de Astudillo. Los textos de Honorius d'Autun y de Vicente de Beauvais fueron empleados por Santiago de la Vorágine para escribir la "Leyenda dorada".
El retablo se apoyaba sobre una predela, que como solía ser costumbre, presentaba a los cuatro Evangelistas. Esto fue así, con más o menos variaciones, hasta 1978 año en el que la iglesia de Santa Eugenia sufrió un robo en el que el retablo padeció bastantes desperfectos, desaparecieron los Evangelistas y algunas pequeñas esculturas que se situaban en la pulsera que rodea el retablo.
Orejón adjuntaba en su libro de 1927 sobre Astudillo una fotografía del retablo que nos permite hacernos una idea de como era entonces; aún conservaba los evangelistas en la bancada y las doce figurillas de los apóstoles en la pulsera que rodea el retablo y una pintura desvencijada, salida de no se sabe donde, cubría la parte superior central; un gran tabernáculo moderno, dieciochesco (1789) de Manuel Loma, ocultaba el nicho vacío ahora del centro de la predela y la parte baja del compartimento donde se alojan las figuras de Santa Eugenia, Proto y Jacinto.
En 1994 Jesús Mª Parrado del Olmo publica "Astudillo. Iglesias y ermitas" donde figura una fotografía de cómo era el retablo en aquellos años. El desvencijado cuadro había sido sustituido por un crucifijo de hacia 1500, de diferente escuela al resto de las imágenes del retablo, y en las hornacinas de los Evangelistas desaparecidos cuando el robo del año 1978 se encuentran situados cuatro de los apóstoles procedentes del guardapolvos ( imagino que la razón para no mostrar a los otros dos apóstoles no robados fue que a uno le faltaba la cabeza y al otro la peana). El expositor barroco, que por su tamaño ocultaba parte de algunos grupos escultóricos, se cambió por otro donde se introdujo un sagrario renacentista de mediados del siglo XVI, con un relieve en la portezuela de la Resurrección de Cristo que para Jesús Parrado podría haber sido realizado por la escuela de Manuel Álvarez. La errónea ubicación del crucifijo quizás se debiese a la incorrecta lectura del acta de la visita, en 4 de febrero de 1503, de don Alonso de Espina, visitador general por Fray Diego de Deza que mandó se hiciese para el retablo del altar mayor "un guardapolvo de vitre teñido, con una cruz y crucifijo en medio y una barrillas de hierro con su rueda con que se ande".
Anacleto Orejón escribía en 1927 en su Historia de Astudillo: "Donde está ahora el cuadro iba primitivamente la estatua de la Asunción, y como es de suponer, con su doselete correspondiente"; quizás fue esta opinión la que llevó a los restauradores a sustituir el crucifijo por la figura de la Asunción que aparece ahora, asemejándose más así el retablo al de la Capilla de la Buena Mañana de Burgos (post del 24-07-11), máxime cuando el guardapolvo, a modo de arquivolta de una fachada ojival, ha sido reconvertido tras el incendio que oscureció policromía y fondo, en uno con forma de arco rebajado.
¿Y cómo eran los Evangelistas robados de la bancada?.
Orejón publicaba también en 1927, las fotografías de San Lucas y San Mateo en el retablo original. Yarza Luaces (que utiliza la fotografía de Orejón) cree que en el bancal cambia la escala de las esculturas con relación a las del resto del retablo y que los relieves fueron realizados por distinta mano, siendo obra de un joven artista, también procedente de la tradición nórdica, pero más avanzado; observa además que los pliegues de las telas de sus ropajes se hacen más suaves y menos profundos y que las figuras son de canon más largo.
Wethey, en cambio, considera que las cabezas de San Lucas y San Marcos de los Evangelistas de Astudillo son casi idénticas a la de San Pablo del sepulcro de Juan de Padilla (ahora en el museo de Burgos) llegando a señalar que las tres pudieron haber sido talladas por el mismo hombre.
[Para que cada uno se haga su opinión adjunto fotografía de la cabeza del San Pablo del sepulcro de Juan de Padilla cuya familia se asociaba con Astudillo]
Del sepulcro de Juan de Padilla
Y ¿quien fue el autor del retablo de Santa Eugenia?. Para Julia Ara y Juan José Martin González "el estilo de Gil de Siloe se reconoce en el retablo de Santa Eugenia en Astudillo". Para Wethey no cabe la menor duda que el Maestro del retablo de Astudillo realizó su aprendizaje en el taller de Gil de Siloe cuando se realizaron el retablo de la Cartuja de Miraflores y las puertas de entrada al claustro de la catedral de Burgos ; a San Jacinto y a Proto les relaciona con el Papa y con el San Esteban del retablo de la Cartuja.
Cartuja de Miraflores
Considera que tuvo un ayudante en la realización de las escenas de Santa Eugenia en el juicio o en la que está con Melantia, y que fue el autor de la Santa Lucía del retablo de Miraflores. Cree además que una evidencia adicional del origen del maestro en la escuela de Burgos es que el retablo reproduzca el plan general del de la Capilla de la Buena Mañana con incluso ventanas en los fondos de los nichos o la colocación de estatuillas en las dobelas del arco (al friso renacentista de la parte baja del retablo le considera posterior a este).
[Cuando en fechas próximas al año 2000 a alguien se le ocurrió descubrir la piedra del antiguo ábside gótico donde se hallaba ubicado el retablo una piqueta golpeó el retablo rompiendo una ventana de las chambranas que se conservaban]
Todas las esculturas o grupos de figuras están cobijadas por unos doseles -se han perdido algunos-, de gran riqueza. En la parte interior y superior de los nichos, sus tracerías que imitan ventanales propios de la arquitectura gótica quizás quieran simbolizar, según Panofsky, la iluminación divina.
Un inventario de 1522 leido por Orejón en el archivo de la iglesia describía el retablo de esta manera: "El altar mayor es de Santa Eugenia, tyene su ymagen de bulto y el retablo de talla dorado y las ystorias todas de bulto tyene un remate la Suptión (Asunción) de nuestra señora de bulto tyene el frontal de madera dorado".
La imagen de la Asunción, ahora recuperada, que en el año 1988 Ara Gil veía en el ático de un retablo lateral de la nave del Evangelio de la iglesia, presenta a María sobre un cuadrante de luna con los picos hacia arriba, las manos juntas en actitud de oración. Viste traje de escote cuadrado y manto. Su rostro es de facciones redondeadas y suaves, y sus rizados y abundantes cabellos caen sobre los hombros. Dos ángeles (probablemente en origen la acompañaban alguno más) se disponen simétricamente; es un modelo iconográfico inspirado en los Evangelios Apócrifos y un tema habitual a finales de la Edad Media (vid p.e. los retablos de Gumiel de Izán o de Dueñas).

La representación de los Apóstoles era un tema frecuente en el arte gótico, siendo su aparición en la iconografía medieval muy temprana (en la época cada apóstol simbolizaba un artículo del "Credo"). En el retablo de Santa Eugenia, antes del robo de 1978, figuraban los doce; ahora quedan seis. De pequeño tamaño presentan una tipología bastante variada como si hubiesen sido realizados por más de un artista.
Con la excepción de la escultura de Santiago y la de San Mateo, son difíciles de individualizar al tener mutilada alguna mano. Todos visten túnica y manto, y llevan un libro. A Santiago se le identifica por el sombrero, adornado con venera, que cubre su cabeza; a San Mateo por el hacha de su martirio.
A causa de una fechas consignadas en los libros de fábrica de la iglesia se piensa que el retablo se estaba construyendo o se pensaba construir el año de 1494 -en ese año Pero García de Valdenebro, visitador de los Arcedianazgos de Cerrato y del Alcor, ordenó que "cuando fecieren el retablo fagan un relicario muy bueno ..."-, y que el 4 de febrero de 1503 ya estaba implantado en la iglesia. Pero nada se dice de la autoría.

BIBLIOGRAFIA.
-Clementina Julia Ara Gil, "Imaginería Gótica palentina", en "Jornadas sobre el Gótico en la provincia de Palencia", Palencia 1988.
-C.J. Ara Gil y J.J. Martín González, "El arte gótico en Palencia" en t.I de "Historia de Palencia", Palencia 1984.
-Maximiliano Castrillo, "Opúsculo sobre la Historia de la Villa de Astudillo", Burgos 1877.
-Emile Mâle, "L'art religieux du XIIIe siècle en France", Paris 1958.
-Rodrigo Nebreda Cantero, "Retablo mayor de la iglesia de Santa Eugenia", en "Restauración&rehabilitación", nº 47, 2000.
-Anacleto Orejón Calvo, "Historia documentada de la Villa de Astudillo", Palencia 1927.
-Jesús Mª Parrado del Olmo, "Astudillo. Iglesias y ermitas", Palencia 1994.
-Jesús Parrado del Olmo, "Estilo de los ensamblajes góticos palentinos", en "Jornadas sobre el Gótico en la provincia de Palencia", Palencia 1988
-Beatrice G. Proske, "Castilian Sculpture. Gothic to Renaissance", New York 1951
-Santiago de la Vorágine, "La leyenda dorada", t. 2, Alianza Editorial, Madrid 2008. Interesante también la versión inglesa de William Caxton de 1470 [publicada en "Temple Classics Edited" por F.S. Ellis, y accesible por internet]
-Harold Wethey, "Gil de Siloe and his school. A study of late gothic sculpture in Burgos", Cambridge, USA 1936.
-Joaquín Yarza Luaces, "Definición y ambiguedad del tardogótico palentino: escultura", en "Actas del I Congreso de Historia de Palencia", t.I, 1987.

NOTAS.
-Wethey consideraba que el autor de la imagen de Santa Eugenia en la escena con Proto y Jacinto fue el mismo que realizó la escultura del Espíritu Santo en el retablo de la Cartuja de Miraflores. Mi escepticismo al respecto es grande, pero tampoco es cuestión de olvidar por completo una opinión tan respetable.
-Francia tiene un conjunto de bases de datos mediante las que pueden consultarse parte de las imágenes de su patrimonio de manuscritos iluminados medievales. Son magníficas. Las tres mejores son quizás:
- Enluminures (manuscritos iluminados de las Bibliotecas Municipales francesas).
- Liber Floridus (manuscritos iluminados de las Bibliotecas de la Enseñanza Superior: Biblioteca Mazarine y Biblioteca Sainte-Geneviève).
- Mandragore (manuscritos iluminados de la Biblioteca Nacional de Francia, BNF).




2 comentarios:

  1. Hola Luis, he leído tu nuevo artículo y me parece muy interesante. Todo tiene su porqué y alrededor de una obra de arte hay mucha historia. Muy bonito.
    Espero que hayas tenido buenas vacaciones.
    ¡Saludos!

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    1. Muchas gracias, sobre todo cuando el "reconocimiento" viene de una experta bloguera. Tu página "Arte en Madrid":
      artedemadrid.wordpress.com
      me parece magnífica.

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