lunes, 29 de octubre de 2012

ESCULTURA FUNERARIA (III)


Sepulcro del Infante Alfonso (Cartuja de Miraflores, Burgos).
(CUARTA Y ÚLTIMA PARTE)


II.V. ORNAMENTACIÓN (MARGINALIA).

Uno de los rasgos más atractivos del sepulcro del infante Alfonso es la decoración, su abundancia y minuciosidad.
Como delimitación lateral del sepulcro, como transición entre este y el muro de la iglesia, junto a cada uno de los pilares figura una orla o banda decorada. En ellas encontramos entre ramas de vid con hojas y racimos de uvas motivos tales como (y sin ánimo de ser exhaustivos) un mono con cadena agarrado a un racimo, un hombre sujeto a un tronco con una de sus manos mientras con la otra se lleva a la boca un recipiente, un ave de largo cuello que picotea un racimo mientras debajo de él un putto se aferra a un tronco, un ave que se muerde el ala con su pico y un nido con dos polluelos con los picos abiertos mientras su madre les alimenta.
¿De la decoración marginal del sepulcro "se desprende un sentido simbólico o es simple afán ornamental para recubrir determinadas superficies, siguiendo la moda de la época?".
Mª Dolores Teijeira Pablos refiriéndose a esta obra piensa "que sus orlas forman parte del programa iconográfico que insiste en la salvación del alma del difunto".
De manera habitual, sin embargo, se ha considerado como un simple ornamento. Mª Jesús Gómez Bárcena, p.e., comparte la opinión de Gutiérrez Baños al considerar que "la figuración marginal tuvo, al menos en esta centuria, un carácter esencialmente decorativo y una dimensión eminentemente visual", "lo cual no obsta para que sus temas tengan un claro contenido tomado del contexto cultural del momento y forjado por generaciones de tradición".
Otros motivos de estas dos orlas laterales son un hombre que con un cuchillo trata de cortar un racimo, un caracol de cuya concha parece asomar un hombre -si bien su rostro ha sido mutilado permanecen sus manos-, un putto montado sobre un cuadrúpedo al que mete algo en la boca, otro putto trata de coger un racimo para depositarlo en la cesta que cuelga junto a él, un jabalí engulle un racimo de uvas, otro putto con una calabaza en la mano o un putto jugando con un ave a la que agarra por el cuello.
Para los grandes Espíritus de la Edad Media el mundo era tan sólo un símbolo; pero los artistas aunque a veces encerraron en sus obras más pequeñas una concepción simbólica del mundo, la mayoría de las veces se contentaron con reproducir la realidad, unas veces imitándola y otras deformándola a su placer.
De algunos de los motivos es quizás más difícil comprender su significado; así un híbrido de cuerpo humano y cabeza demoníaca se sujeta a una rama, un hombre, junto a un racimo, mira con gesto de desagrado, un encapuchado con la parte posterior de animal nos enseña su culo, un cuadrúpedo de difícil identificación, animal con alas de murciélago y un ave que se muerde el ala con su pico (ya vista).
Si bien algunos de los motivos elegidos tienen un carácter funerario y fueron empleados en épocas anteriores es difícil admitirlo para todos los casos. Probablemente su fuente de inspiración fueron también las orlas de los "manuscritos iluminados", modelada por el contexto cultural y la sensibilidad y gusto de los artistas. Así por ejemplo la representación de un putto jugando con un ave a la que agarra por el cuello recuerda la copia romana de un original griego en bronce del siglo II adC atribuida a Boethus que se guarda en la Gliptoteca de Múnich (ejemplares similares pueden verse en el Palazzo Altemps de Roma -Museo Nazionale Romano-, y en Paris en el Museo del Louvre)
Difícil de considerar como escenas de referencia religiosa pueden ser, p.e., la de un híbrido de hombre encapuchado y animal que nos enseña su trasero, o la de un posible campesino que termina de beber lo contenido en una calabaza. ¡Probablemente nuestros viejos artistas no fueron nunca tan sutiles como sus exégetas modernos!.
Sin embargo un motivo con un sentido claramente religioso -y repetido por Siloe en la Cartuja de Miraflores tanto en el sepulcro de los reyes como en el retablo del altar mayor-, es el de un nido con dos polluelos con los picos abiertos mientras su madre les alimenta; puede reformularse como "pelícano que pica su pecho para resucitar a sus crías con su sangre" -según una versión copiada de la leyenda del león que recogía Honorio de Autun en sus sermones-, o como se leía en los bestiarios "pelícano que se abre el pecho a picotazos para alimentar a sus crías hambrientas", tal como Cristo en la cruz en la que dio su sangre para redimir a la humanidad. No hay que olvidar que tal como los Padres de la Iglesia interpretaban las Escrituras en la Edad Media el mundo material no era sino una perpetua figura del mundo moral; la dificultad podía residir en que un mismo objeto podía significar cosas diferentes. ¿En que medida son simbólicos los animales que decoran sepulcros, sillería de coro o retablos?.
El lucillo del sepulcro está enmarcado por una orla decorada que recorre la parte lateral izquierda del nicho, continua en la rosca del arco escarzano, sigue por la parte lateral derecha y termina adornando el borde inferior. Sobre una estructura calada de troncos y hojas de cardo figuran: un ave y un dragón luchando, un putto que se señala su trasero, otro alborozado, un mono con cabeza demoníaca, y ya en el arco dos cuadrúpedos diferentes.
Las molduras vegetales en las que se entremezclan aves, bestias y putti y que adornan sepulcros, retablos y portadas muestran una rica y variada inventiva a veces fantástica; en el último cuarto del siglo XV y en los comienzos del XVI estas molduras se hicieron universales en España.
Siguiendo en el arco un perrillo saltando, un dragón alado, un putto entre las ramas y un ave jugando con un dragón; y ya en el inicio del lateral un monstruo semihumano amenazando a un putto y otro agarrándose a un fruto.
Estas molduras de follaje, vides, putti, aves y bestias las encontramos no sólo en ámbitos funerarios sino en las fachadas de las iglesias o en las portadas de las capillas; así en la portada de entrada al claustro de la catedral de Segovia (Juan Guaus), o en la fachada de la iglesia de San Pablo (Simón de Colonia).
Termina la decoración lateral con dos putti uno tocándose el trasero y otro arrancando una rama. Ya en la base: un conejo, dos putti con una oca, un ave picoteando  y un putto reclinado sobre una ave.
En el siglo XV la ornamentación era heredera de las tradiciones medievales. El "putto" -"hombre pequeño, hombrecito", con figura de niño "aunque no son humanos"-, ya era conocido por los iluminadores de principio de siglo en España (ver, p.e., en la BNE el manuscrito de Petrus Comestor "Historia escolástica" del siglo XIV); debió entrar en el arte español por primera vez a partir de manuscritos italianos donde eran habituales.
Parece claro que en la realización de la orla que enmarca el lucillo  intervinieron varias manos. Es fácil distinguirlas por las formas vegetales que emplean, y por el diseño de animales y putti; los tres últimos de la derecha por ejemplo feos, viejos y calvos, frente a los de la izquierda o la base aniñados y con pelo. Da la impresión que estos artistas esculpieron estos animales, putti o flores sin otra idea que la del placer de reproducir o fantasear sobre la naturaleza viva inscribiendo simplemente unas formas entre ramas y hojas sin más fin que el ornamental y sin simbolismo alguno. Parece difícil imaginar a los severos teólogos transmitiendo un culto simbolismo mediante la representación de un perrillo saltando entre las ramas, unos putti tocándose el trasero, o la de un ave y un dragón jugueteando.
O por mostrar algunas de las representaciones del interior del lucillo en general  difíciles de ver : ave amenazando a un caracol, demonio con rostro humano, grifo, ave, rana y caracol fabuloso los cuatro con un racimo de uvas.
Los motivos empleados en lo ornamental por Gil de Siloe sólo difieren de los de sus contemporáneos en su mayor minuciosidad e inventiva.
Y para terminar, dado que el post no pretende ser una recopilación de todos los motivos presentes en la decoración marginal del sepulcro del infante don Alfonso -sino tan sólo incitar a una visita a la Cartuja-, las orlas superiores del sepulcro presentan: un híbrido, cuadrúpedo y ave en vuelo con racimo, perro sesteando, putto con ave o trepando entre las ramas.
Quizás convenga observar que durante el reinado de Enrique IV y de su hermana Isabel, se aprecia una producción de manuscritos iluminados similar a la detectada en el "scriptorium" de Alfonso X el Sabio [p.e. "Libro del caballero Zifar", "Libro de la Montería"]. La reina castellana, aparte de costear códices iluminados por artistas peninsulares, adquiría -o le regalaban-, libros miniados elaborados por miniaturistas instalados en la corte europea más refinada del momento.

BIBLIOGRAFÍA.
-María Jesús Gómez Bárcena, "Escultura gótica funeraria en Burgos", Burgos 1988.
-María Jesús Gómez Bárcena, "El sepulcro del Infante Alfonso", en "Actas del Congreso Internacional sobre Gil de Siloe y la escultura de su época", Burgos 2001.
-Beatrice Gilman Proske, "Castilian Sculpture. Gothic to Renaissance", New York 1951.
-Fernando Gutiérrez Baños, "La figuración marginal en la Baja Edad Media: temas del "mundo al revés" en la miniatura del siglo XV", A.E.A. nº. 278, Madrid 1997.
-Fernando Gutiérrez Baños,"Hacia una historia de la figuración marginal", A.E.A. nº. 285, Madrid 1999.
-Emile Mâle, "L'art religieux du XIIIe siècle en France", Paris 1986.
-Louis Réau, "Iconografía del arte cristiano", Barcelona 2008.
-Mª Dolores Teijeira Pablos, "Un ejemplo de iconografía marginal funeraria: la orla del sepulcro del infante Alfonso en la Cartuja de Miraflores", Reales Sitios, Madrid 1997.
-Harold E. Wethey, "Gil de Siloe and his school. A study of late gothic sculpture in Burgos", Massachusetts 1936.
-Joaquín Yarza Luaces, "Los sepulcros reales de la Cartuja de Miraflores", en "La Cartuja de Miraflores. I.- Los sepulcros", 2007.


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