lunes, 23 de noviembre de 2015

SILLERÍAS DE CORO (XII)

De la antigua sillería de coro de la colegiata de Talavera de la Reina(Toledo).
(ahora en el Convento de Religiosas Agustinas).
(SEGUNDA PARTE. MISERICORDIAS Y CRESTERÍA.)


En la ciudad de Talavera de la Reina existe una iglesia, que antiguamente fue Colegiata, dedicada a Santa María la Mayor, de la cual se conserva parte de su sillería de coro -de autor desconocido-, y cuya construcción se remonta a la segunda mitad del siglo XV. Entre sus misericordias, una de ellas podría revelar la fuente de inspiración de los entalladores que realizaron estas pequeñas consolas: es unadrôlerie –o extravagancia gótica-, escapada de la decoración marginal (¿un presumible enredado follaje?) de algún salterio medieval. Las drôleries góticas, herederas de las antiguas gryllas grecorromanas –y muchas de ellas constituidas por criaturas a las que se les deformaba o se las sustraía partes del cuerpo-, se emanciparon de la severidad románica de la ornamentación de los manuscritos reapareciendo como unos nuevos y humorísticos monstruos medievales; la drôlerie escondida en una misericordia  talaverana representa a un guerrero-híbrido sentado.
El “monstruo gótico” de la misericordia presenta un escudo redondo sobre la rodilla y sujeta agresivo una amenazadora lanza; la cabeza es humana y el cuerpo redondo de ave, con una larga hoja que cuelga por su espalda a modo de capa. Es un ser divertido al que parece no debe tomársele excesivamente en serio y que está allí tan sólo como entretenimiento del espectador, al igual que ocurría con las gryllas que decoraron los manuscritos de los siglos XIV y XV. Como ejemplo extraigo un puñado de ellos de un manuscrito ilustrado que contiene un florilegio de oraciones del Cantar de los Cantares conservado en la biblioteca de la Universidad de Yale –Ms 404 de la Beinecke Library-, pero podía haber elegido algunos otros muchos de los salterios conservados en la British Library o en la BNF, o en otros manuscritos ya que fueron muy abundantes; estas “drôleries” solían revolotear alrededor de otros personajes con mayor contenido narrativo. 
Las sirenas son doncellas marinas que engañan a los navegantes con su gran belleza y la dulzura de su canto; de la cabeza al ombligo tienen cuerpo de virgen y forma semejante al género humano, pero poseen una escamosa cola de pez, que siempre ocultan en el mar” [“Liber monstruorum de Diversis Generibus”, siglo VIII]; hasta que Aldhelmo de Sherborne (¿) -San Aldhelmo-, las metamorfoseó en seres mitad pez y mitad mujer habían sido durante cerca de un milenio unos híbridos de ave y mujer y quizás antes unos animales aulladores del desierto. En la Edad Media se las asoció a la lujuria y la tentación además de encarnar la falsedad y el engaño. En la antigua sillería de coro de la que fue Colegiata en Talavera de la Reina una sirena de largos cabellos con cola de pez sostiene con las manos un espejo y un peine.
El espejo, atributo de la mujer impura, se consideraba servía para contemplar el rostro de la muerte o el culto al diablo, la cola era un emblema de la prostitución, y el peine alegoría de la seducción femenina. En el arte cristiano medieval las sirenas se utilizaron como símbolo de la tentación encarnada por las mujeres; así, se dice en el manuscrito A del “Bestiario Catalán” (siglo XV): Aquestes serenes podem nós acomparar a les fembres qui [no] són de bona conversació, qui enganen los hòmens, los quals se anamoren d’elles, o per bellesa de cors, o per ullades que elles los fan, o per paraules enginyoses que elles diguen, o en altra manera. E en qualsevol manera que ella engan a l’ome, ell se pot tenir per mort. Axí com diu lo savi: que tot hom qui leix la amor de Déu per la amor de la fembra, pot dir verament que és en mal port arribat; e si per son peccat mor en aquell stament, pot bé saber que serà perdut en cors e en ànima [“Podemos comparar a estas sirenas con las mujeres que tienen buena palabrería, que engañan a los hombres haciendo que se enamoren de ellas, bien sea por la belleza de su cuerpo, por las miradas que les lanzan, por las palabras engañosas que pronuncian, o de otro modo. Y, de cualquier manera en que ella engañe al hombre él puede darse por muerto. Como dice el sabio: que todo hombre que abandona el amor de Dios por el amor de la mujer, puede decir en verdad que ha arribado a mal puerto; y si por sus pecados permanece en aquella situación, bien puede saber que se perderá en cuerpo y alma”, trad. I. Malaxecheverría]. La representación de las sirenas en las misericordias de las sillas de coro es muy abundante; hemos elegido para su comparación con la de Talavera de la Reina una de las dos que aparecen en la sillería de la catedral de Ciudad Rodrigo realizada por Rodrigo Alemán y su taller.
La presencia de las sirenas en los manuscritos iluminados, y en particular en la ilustración de los Bestiarios, fue normal a lo largo del medievo tanto en su tipología de sirena-pájaro (un ejemplo figura en el fol 78 del manuscrito  Ludwig XV 3, de hacia 1270, que se conserva en el J.P. Getty Museum), como en la de sirena-pez (arquetípica podría ser la ilustración de un Bestiario del siglo XV conservado en la Det Kongelige Bibliotek bajo el código GKS 3466 8º). En la iconografía del Románico, en algunos casos, aparecen junto a las sirenas femeninas otras figuras marinas como los tritones –quizás su presencia esté relacionada con su vinculación musical pues se les consideraba músicos-, o los centauros, considerado también  como símbolo de la tentación y de la lujuria.
Los centauros fueron conocidos en la Edad Media por la leyenda romana que cuenta que su origen se debió a la lujuria de Ixion al pretender los amores de Juno, y cuando Júpiter creó una nube con la forma de su mujer y la hizo aparecer ante Ixion que cayó en la trampa; de este amor libidinoso se engendraron los centauros. Por su simbolismo y su plástica estas criaturas aparecen representadas con frecuencia en las sillerías de coro medievales [a continuación se muestra una composición con ejemplares de la catedral de Ciudad Rodrigo, de la exColegiata de Belmonte, y de las catedrales de Plasencia y Zamora].
La iconografía del centauro escenificado en la sillería de Talavera de la Reina es algo diferente de la tradicional: tan sólo dos patas, el rostro vuelto hacia sus traseros, agarrándose el rabo y vestido con el hábito de fraile. El escándalo por el mal comportamiento de los clérigos había alcanzado límites insospechados en los años en que se tallan las misericordias de las sillerías en España por lo que no es de extrañar las sátiras religiosas que aparecen en ellas; ya Alfonso X en “Las Partidas” señalaba p.e. “Que los clérigos no deben morar con las mujeres sospechosas, mager fuesen sus parientas”, y Alonso Martínez de Toledo, más conocido como “Arcipreste de Talavera”, había escrito sobre la vida libertina de una parte del clero: “yo la ví el otro día, aquella que tenéys por fermosa e que tanto alabáis, fablar con un abad … non quiero decir más, que la color quel abad tenía non la avía tomado rezando maytines, nin ella filando al torno”. Las alusiones criticando sus costumbres en los estalos del coro tenían como fin moralizar a los clérigos, por lo que fue habitual su metamorfosis en animales que simbolizaban diversos vicios -entre los que suelen significarse la lujuria o el abuso de la bebida-, e identificando sus hazañas con las de estos.
Probablemente la ubicación de esta misericordia en la sillería no fue donde la vemos ahora sino en el estalo siguiente a aquel en que aparecía la sirena, pues como señala Isabel Mateo refiriéndose a un texto -de la época de realización de la sillería-, de Pérez de Guzmán “Puede ser que vaya errado/en esta mi opinión/ mas toda inútil cuestión/ debe ser muy evitada/ pregunta es demasiada/ si hay centauros y serenas/…” [“Preguntas útiles y discretas”, en “Las setecientas…”].
Un entallador no muy hábil fue el autor de una misericordia en la que figura un animal fantástico mezcla de león y ave; desconocemos que animal trató de representar pero podría ser bien un grifo o bien un león alado. Por su simbolismo –dado que se trata de seres imaginarios cuya función predominante era la metafórica o la moralizante-, es más probable que quisiera representar al primero pero debió emplear como modelo una imagen del evangelista san Marcos acompañado por el león alado o de un Tetramorfos. Al grifo solía considerársele como guardián de tesoros, de bienes apreciados por los hombres, pero su simbología medieval aparece como contradictoria pues se le da tanto la significación del demonio como de Cristo. Según señala Noelia Silva “las citas bíblicas le otorgaban, …, una consideración especial, la de las criaturas de cuya existencia no se puede dudar aunque no se hayan visto, y que eran apropiadas para encarnar un simbolismo religioso y moral”.
En una misericordia de la sillería figura un animal que, retorciéndose sobre sí mismo y con un cuello lleno de bultos, se muerde sus testículos. Cuenta Louis Réau que “la buena fama que se ganó se explica por un calambur con su nombre, que la etimología popular relaciona con “castrado” y “casto””. En la Edad Media el castor fue un animal muy buscado, no sólo por su piel, sino por una secreción –la empleaba para acicalar su pelaje- de utilización medicinal y contenida en sus vesículas pero que se pensaba se albergaba en los testículos. La fábula del castor fue aceptada por casi todos los escritores medievales, por lo que tomamos lo que se dice en “Li Bestiaires d’Amours di Maistre Richart de Fornival”: “El castor es un animal que posee un miembro que encierra una medicina, y al que cazan para apoderarse de tal miembro. Huye tan aprisa como puede; pero cuando ve que ya no puede escapar a la persecución, tiene miedo de que le maten. Y sin embargo, posee por su propia naturaleza tanto juicio, que sabe perfectamente que sólo le persiguen a causa de aquel órgano; aferra, pues, tal miembro con los dientes, lo arranca y lo deja caer en medio del camino; y cuando el cazador lo encuentra, deja ir al castor, pues no se le caza más que por eso”.
Si bien la fábula es similar en casi todos los Bestiarios la moralización es a veces muy distinta, aunque en general convierte al castor en símbolo del hombre que prefiere privarse de lo que más aprecia para evitar el peligro. En España existen varias sillerías de coro que presentan tallas similares; como ejemplo  se muestra en la composición adjunta una misericordia de la catedral de Toledo.
Algunas de las imágenes que protagonizan las misericordias de la segunda mitad del siglo XV son escenas representativas de fábulas esópicas o de cuentos medievales. Eran una forma directa y sencilla de dar lecciones o consejos.  En una de las misericordias de Talavera aparece un hombre que monta sobre un asno mientras sostiene un saco en su espalda. Probablemente responde a una fábula de la que existen multiples variantes; una de ellas dice así: “Un hombre iba una vez con su burro cargado con un saco al mercado cuando al pasar junto a un grupo de gente oyó decir: ¡que vergüenza como carga a su burro!. Entonces el hombre tomó el saco, se lo cargó al hombro y continuó su camino con el burro tras él, hasta que otras personas que le vieron se rieron de él mientras decían: “Que tonto, teniendo un animal de carga y la está llevando él mismo”. Y esta vez con la carga sobre sus hombros se subió al burro y siguió su camino”.
El precepto moral o de conducta que trata de ilustrar podría ser que cualquier cosa que hagas en la vida será criticada no pudiendo agradar a todos porque no todos te van a entender: mantén tus convicciones y no cambies por la crítica de la gente; ese parece ser el consejo de una fábula de La Fontaine bastante similar conocida como “El molinero, el hijo y el asno”. Elaine C. Block, sin embargo, considera que podría divulgar  algún signo de locura campesina. La sillería de coro de la capilla del convento de Religiosas Agustinas de Talavera de la Reina presenta algunas escenas en sus misericordias similares a las conservadas hoy en día en la excolegiata de Belmonte: es el caso del hombre que cargando con un saco al hombre cabalga sobre un asno.
En una misericordia de la sillería de Talavera de la Reina un pescador aparece sentado a la vera de un rio; viste pantalones ajustados y una chaqueta con cortes a los lados. Entre las ondulaciones de las aguas asoma la cabeza de un pez. Si bien la pesca fue un pasatiempo menos practicado que la caza en época medieval tuvo también sus adeptos como parece señalarlo el Marqués de Santillana en sus “Refranes que dicen las viejas tras el fuego”: “Pescador de anzuelo, a su casa va con duelo”; probablemente iba dirigido a aquellos que por no trabajar buscan ejercicio de poco cansancio y escasa utilidad, como sucede al que pesca con caña que puede pasarse horas y horas sin haber obtenido nada. Tampoco es de olvidar el refrán “Pescador de rio y molinero de viento, mala olla y peor testamento”, que hacía referencia a las ocupaciones que dejaban poco dinero.
Una misericordia bastante dañada presenta a un pastor sentado tocando la gaita o una cornamusa frente a unas rocas por donde las ovejas pacen. Isabel Mateo señala que algunos “emblemas” de la época simbolizaban con escenas similares a “aquellos que, lejos de dejarse arrastrar por la ambición, eligen la vida pacífica y humilde”. También podría escenificar tan sólo una escena de la vida diaria en el campo.
A veces el estado en que han llegado hasta nuestros días algunas misericordias hacen difícil esclarecer su significado. Es el caso de una talla en la que para Elaine C. Block un monje arrodillado levanta su vista y pudo haber tenido algo entre sus manos, y en la que Isabel Mateo paree entrever la parte inferior de una espada.
No siempre es el estado de la misericordia lo que hace difícil comprender el significado de la escena representada; el paso de los años con sus cambios culturales complican también su interpretación. Así, en una de ellas figura una escena en la que hay dos hombres vestidos con chaquetas cortas con los brazos en alto y los codos doblados, y entre ellos aparece otro hombre con abrigo largo como indumentaria, las manos entrelazadas y en una ubicación que parece indicarnos que hace de árbitro. En un primer momento la escena nos lleva a pensar en una representación de algún tipo de pelea con los puños, pero en la época en que se realiza la sillería si bien la lucha presentó gran importancia solía ser más del tipo de lucha greco-romana y en las representaciones los hombres suelen aparecer con vestiduras de medio cuerpo o desnudos.
No obstante el Padre Juan de Mariana en su “Tratado contra los juegos públicos” menciona a “los que apuñeándose, tirando o saltando contendían”; extraigo por eso una imagen del manuscrito MS 404 de la Beinecke Library (universidad de Yale) que no difiere en demasía de la imagen de la misericordia de Talavera.
Dos estalos de la sillería presentan en sus misericordias escudos sin talla alguna y adornados con vegetación; uno de ellos figura como colgado de un gancho. Para Isabel Mateo son temas decorativos tan sólo; no obstante suele considerarse a veces que podían aludir a apellidos de personas o a caracteres personales de algunas de las personas que utilizaban las sillas del coro.
Si bien no debió ser muy habitual, los escudos que ahora vemos en blanco en las misericordias de los estalos de Talavera pudieron haber llevado alguna pintura o decoración alusiva al poseedor de la silla. Así, existe una única misericordia en la sillería que aparece policromada; responde a una iconografía bastante habitual en el arte románico y en el gótico que suele conocerse como Green Man. Es una cabeza “pagana”, policromada en forma realista, de cuya boca emerge el follaje que llega a cubrir la parte superior de la cabeza: No obstante el estilo un tanto diferente del de las otras tallas lleva a pensar que no perteneció a la sillería en sus orígenes.
La sillería de Talavera conserva tan sólo 25 estalos de los originales de la Colegiata, adaptados en su disposición al lugar que ahora ocupan. Están complementados por una serie de sillas bajas de estilo moderno como consecuencia de las necesidades de las religiosas que afortunadamente utilizan el coro.
La estructura de los estalos está constituida por un dosel corrido que apoya en sencillas columnas que arrancan de los brazales que delimitan las sillas y coronan en pequeños capiteles. Su crestería, esta adornada por los correspondientes arcos a imitación de los claustros góticos de la época –en este caso arcos florenzados que cobijan otros arcos de variada tipología-, follajes y tracerías caladas propias del siglo XV.
En la base de los pináculos de la crestería que separan cada silla figuran una serie de escudos en cierta manera similares a los que aparecen en dos de las misericordias. Y  las enjutas de los “arcos rectilíneos o angulares” de la crestería están decoradas con una variada fauna de animales fantásticos; desgraciadamente en alguna de las restauraciones de la sillería se pintaron de negro los estalos y los detalles son difíciles de ver.
Abundan los dragones alados de muy variada iconografía, ofidios de fiero aspecto, animales todos de muy difícil descripción; probablemente estas figuras carezcan de simbolismo y su función tan sólo fuese decorativa. Por su aspecto, de tener algún simbolismo sería de consideración demoníaca, de perversión o de maldad.
Y, curiosamente, tan sólo uno de estos monstruos es un híbrido antropomorfo con el hábito de clérigo.
BIBLIOGRAFIA.
-Jurgis Baltrusaitis, “La Edad Media fantástica”, Madrid 1994.
-Elaine C. Block, “Corpus of medieval misericords”, Turnhout (Bélgica) 2004.
-Juan Gabriel López Guix, “Y cantarán las sirenas en aquellos lugares”, C.V.C. 2012.
-Michael Camille, “Image dans les marges. Aux limites de l’art médiéval”, Paris 1997.
-Ignacio Malaxecheverría (ed.), “Bestiario Medieval”, Madrid 1989.
-Isabel  Mateo Gómez, “Temas profanos en la escultura gótica española. Las sillerías de coro”, Madrid 1979.
-Dorothy y Henry Kraus, "Las sillerías góticas españolas", Madrid 1984.
-Fernán Pérez de Guzmán, “Las setecientas…” (ed.impresa), Sevilla 1506 [en BNE].
-Louis Réau, “Iconografía del arte cristiano. Introducción general”, Barcelona 2008.
-Laura Rodríguez Peinado, “Las Sirenas”, U.C.M., Madrid 2009.
-Noelia Silva Santa-Cruz, “El grifo”, UCM Madrid 2012.

NOTAS.
-Existe una misericordia realizada no hace muchos años, que no se ha considerado en el texto anterior. Corresponde a una iconografía conocida como “Corazón agustiniano”. El anagrama tallado está compuesto por un corazón llameante atravesado por una flecha y asentado sobre las páginas de un libro abierto: es el elemento identificativo de la Orden agustiniana.
-Isabel Mateo cita en su libro otras dos misericordias que actualmente no existen en la sillería: en una de ellas de ellas se representaría a un “bufón” o “loco” –la historiadora la menciona al tratar de “los locos” como representación de todos los vicios-, y en la otra a algún bebedor abrazado al pellejo de vino. Desconozco si fue alguna confusión de la historiadora o si realmente se ha producida su pérdida en años posteriores a 1979, o las dos cosas.
-Calambur: juego de palabras que consiste en modificar el significado de una palabra agrupando de distinta forma sus sílabas.
-El manuscrito Beinecke Ms 404 es accesible por internet en la web de la Universidad de Yale (USA).
-Mi agradecimiento a las religiosas de la Orden Agustinas de San Ildefonso que me atendieron cuando mi visita a la capilla donde se conserva la sillería de coro. Y no tan sólo por su amabilidad sino por el “mimo” con el que cuidan la sillería; todo un ejemplo.

lunes, 9 de noviembre de 2015

SILLERÍAS DE CORO (XII)

De la antigua sillería de coro de la colegiata de Talavera de la Reina(Toledo).
(ahora en el Convento de Religiosas Agustinas).
(PRIMERA PARTE. MISERICORDIAS.)


El mundo animal ocupó un lugar considerable en la decoración de las misericordias de las sillerías de coro góticas como antes lo había hecho en la ornamentación marginal de los manuscritos iluminados o en los capiteles o canecillos de las iglesias románicas. Muchas veces la iconografía de los animales y sus historias fue importada de los libros de devoción, del Bestiario o de las fábulas, pues si el salterio fue la obra en la que se aprendía a leer en la Edad Media el Bestiario sirvió como enseñanza preparatoria cuando se estudiaban los rudimentos sobre el mundo. Su presencia parece justificarse principalmente por su valor didáctico pues en las ilustraciones de los bestiarios cada animal estaba dotado de un atributo o de una pequeña historia característica. El animal más presente en los márgenes de los manuscritos era el mono pues es el que imita con más frecuencia las actividades de los hombres. En una de las misericordias de la antigua sillería de coro de la excolegiata de Talavera de la Reina un mono toca en un órgano portátil mientras un segundo mono está llenando de aire los tubos actuando sobre dos fuelles.
La condena de la música se expresaba desde la reforma gregoriana por el tema de los animales músicos, pues de esta forma se cuestionaba la sensualidad de la música profana y la ignorancia bestial del músico iletrado. De forma similar a la misericordia de Talavera, en el salterio de Gorleston – ms. Add. 49622 de la British Library- se representan más de seis veces en la decoración marginal a dos animales tocando un órgano instrumento de iglesia en la época [se muestra composición con dos detalles de los folios 88v y 117r]. En opinión de Wirth y Bräm la contradicción entre la personalidad supuesta del animal humanizado y las competencias que le son prestadas en los dibujos se pueden justificar por el divertimento que procura su observación.
En sí, la adopción de comportamientos humanos por los animales no son más que una convención artística, y su iconografía probablemente no tenga una explicación más específica que la tendencia general a humanizar al animal para conocernos mejor los humanos tal como suele ocurrir en las fábulas. La antigua sillería de coro de la colegiata de Talavera de la Reina afortunadamente fue donada en 1751 a las monjas del convento de religiosas Agustinas de San Ildefonso de dicha ciudad para ser sustituida por una nueva más acorde a los tiempos y que sería destruida cuando la guerra. El cariño y los cuidados con que ha sido tratada por las monjas ha permitido que 23 misericordias y los estalos a que pertenecían hayan llegado hasta nuestros días. Se desconoce su autor y el número de estalos que constituían la sillería original aunque es muy probable que fueran más de los 25 que se conservan en un lateral de la capilla del colegio de las Madres Agustinas; presumiblemente fue realizada por el taller de Egas Cueman tal como parece indicarlo la semejanza estilística y temática con algunas de las misericordias de la antigua sillería de coro de la catedral de Cuenca que fue  vendida y ahora se conserva en la excolegiata de Belmonte.
El motivo iconográfico del caracol enfrentado a un campesino o a un guerrero fue bastante habitual en la iconografía medieval. Para Louis Maeterlinck, el caracol protegido por su caparazón era una sátira de los poderosos que, encerrados en sus castillos, se reían de la amenaza de los pobres a los que explotaban. Para Lilian Randall el enfrentamiento del caracol con el guerrero iba asociado a los lombardos que tenían la reputación de cobardes –se les asociaba proverbios como “huir ante un caracol”- pero que eran, junto a los judíos, los banqueros de Europa. Relacionado con los arribistas porque sale de su caparazón, e incluso con connotaciones sexuales a veces, Michael Camille resume el tema señalando que al igual que los proverbios medievales -que jugaron un importante papel en la vida y en el arte-, cambiaban de forma o de idea respondiendo a situaciones específicas, el motivo pudo formar parte de metáforas muy diversas.
Habitual de los manuscritos iluminados medievales, en uno de ellos, el salterio de Gorleston -conservado en la British Library-, el caracol enfrentado a un guerrero llega a figurar hasta en 16 páginas [en la siguiente composición se muestran cuatro de estos dibujos]. Hay que tener en cuenta también que en la Edad Media se empleaba la expresión “combatir el caracol” (“assaillir la limace”) a todos aquellos cuyo único coraje consistía en atacar a enemigos imaginarios, por lo que no debe extrañar su representación cuando se trataba de arrancar una sonrisa.
La posesión de manuscritos iluminados, por su precio, era algo que tan sólo el clero o la aristocracia podían permitirse; por eso no es de imaginar que los entalladores fueran propietarios de algunos. Se supone que los talleres que realizaban las sillerías de coro tenían estampas o “libros de modelos” con dibujos tomados bien de manuscritos, de la realidad, etc y que eran los que empleaban en su trabajo. Entre lo que conocemos o el más parecido a uno de estos libros figura el llamado ”cuaderno” de Villard de Honnecourt realizado hacia 1230 y compuesto actualmente por sesenta y seis láminas; en una de sus hojas un dibujo nos muestra a un guerrero equipado con lanza y escudo que se enfrenta a un caracol armado con cuatro cuernos. Algo así debieron de disponer en el taller que realizó la sillería de coro de Talavera. En 1246 se consideraba que el caracol armado con dos o cuatro cuernos era un símbolo de la ilusión pues el miedo que produce es insignificante (Gossuin de Metz en “Image du Monde”), y en 1279 para el dominico Lorens el hombre que reculaba porque tenía miedo de un caracol que mostraba los cuernos era un cobarde; son opiniones de hombres de la época en que se realiza el cuaderno.
El motivo del guerrero que se enfrenta al caracol también figura en una misericordia de la sillería de la excolegiata de Belmonte; si bien las semejanzas entre algunos motivos iconográficos de ambas sillerías sugieren la posible autoría por el mismo taller no hay que olvidar que los temas de ambas eran entonces bastante frecuentes en Centroeuropa probable lugar de procedencia de sus autores.
El “Roman de Renard” es una colección de relatos cortos independientes, o “branches”,  escritos en lengua romance, “roman”, por autores diferentes, entre los siglos XII y XIII ,que cuenta las aventuras del zorro Renard;  fue compuesto con rimas planas para favorecer el recitado por los juglares a la población dado que en la Edad Media muy poca gente sabía leer y escribir. La lucha entre la burguesía y el feudalismo y la crítica clerical llenan gran parte de su trasfondo; Renard representaría, quizás, el pueblo, siempre dispuesto a miles de malabarismos para sobrevivir. A comienzos del siglo XIV un clérigo exclaustrado redacta “Renard le Contrefait” (“Renard el Contrahecho”) para criticar la sociedad y denunciar los vicios de su tiempo retomando la historia de Renard pero con algunas variantes; uno de sus episodios que gozó de mayor éxito desde el punto de vista iconográfico en la Edad Media fue el de Renard el predicador.
Renard el zorro se dispone a atacar a un grupo de gallinas pero estas logran huir y refugiarse en compañía del gallo Chantecler. Renard se presenta ante él y con la intención de ganar su confianza se hace pasar por un predicador de la Orden de los Arrepentidos, explicándole su conversión al tiempo que le invita a escuchar los terribles gemidos procedentes del Infierno; el gallo obedece a Renard y al aproximar un ojo al suelo y cerrar el otro es atrapado por el zorro. A lo largo del siglo XIV Renard suele ser representado como un predicador itinerante, tal como se narra en el texto literario, y el auditorio suele ser indistintamente un grupo de gallinas o de patos, pero en los siglos XV y XVI el zorro aparece adoctrinando a sus fieles desde lo alto de un púlpito. (a veces incluso era representado él solo disfrazado de fraile, monje u obispo, dependiendo de la fuente literaria de la que procediese la inspiración). [Una composición con imágenes tomadas de la decoración marginal de diversos manuscritos iluminados conservados en la British Library se muestra a continuación.]
En España el episodio aparece representado en diversas sillerías de coro; quizás una de las más parecidas iconográficamente a la de Talavera es la que realizaría medio siglo más tarde Rodrigo Alemán para la catedral de Plasencia. Casi todos los estudiosos consideran que estas imágenes constituyen un instrumento de crítica a las órdenes mendicantes, no excesivamente ejemplares en la época, mediante las que se realizaban acusaciones que no podrían llevarse a cabo abiertamente.
En una misericordia de la sillería de coro de Talavera un gato es subido por un grupo de ratones, mediante una escalera, a la horca. Al igual que las escenas representadas en las misericordias anteriores es un ejemplo de “el mundo al revés”, género literario y artístico  caracterizado por presentar un mundo en el que se invertían todas las relaciones ordinarias de la vida; en particular la relación de los débiles con los fuertes aparece trastocada completándose p.e. la venganza de los animales más débiles sobre los más fuertes en situaciones que imitan las acciones humanas. En opinión de Isabel Mateo con las formas artísticas del “mundo al revés” se trataba de explicar, con seriedad “pero con humor, el confusionismo de ideas y la subversión de valores que caracterizó a la Baja Edad Media”.
La rivalidad entre el ratón y el gato sirvió a los artistas de recurso para burlarse de algunos aspectos del mundo en que vivían. Así ya en el siglo XIII la escena figura en una miniatura de la decoración marginal del salterio para uso de Sarum conocido como de Rutland –Add ms. 62925-, que se conserva en la British Library. De fecha posterior es una pintura del artesonado del claustro del monasterio de Silos –probablemente del siglo XV-, y que en opinión de Pérez de Urbel podría estar inspirada en algún episodio de un libro de “exemplos”. Fray Agustin Ruiz al describir la escena del claustro de Silos la interpreta como el castigo al abuso de autoridad.
Si bien en España no he encontrado ninguna misericordia con una representación similar –“el cazador cazado” sintetizado como el ahorcamiento de un gato por los ratones- no es este el caso en el Reino Unido donde p.e. la sillería de coro del siglo XV que perteneció al antiguo Priorato de Great Malvern en Worcestershire presenta una escena semejante.
En una de las misericordias de Talavera figura una escena en la que seis ratas introducen su cabeza en el interior de los agujeros que han creado mordisqueando la esfera terrestre del mundo cristiano. Una banda exterior divide el mundo en tres partes que representan los tres continentes: Europa, África y Asia; un pequeño resalte en la parte superior de la banda vertical indica que allí hubo alguna vez una cruz. Las hipótesis sobre su significado han sido muy diversas: para Camille Enlart representa la desintegración del Santo Imperio Romano Germánico, para Louis Maeterlinck es una sátira de las Órdenes mendicantes “que vivían sobradamente a costa del pobre mundo”, para Debidour es una alusión a la perennidad de la cruz erguida sobre el mundo entregado al pecado,  y para B.J. Witkowski representa a las “ratas de la herejía”, opinión que comparte el matrimonio Kraus pues consideran que a las ratas se las reputaba como criaturas del diablo y que el globo que ellas se ocupan de socavar está culminado por una cruz.
La bola con las ratas se repite en las esculturas de las misericordias sin duda gracias a un modelo hoy perdido. Si bien no he encontrado ningún manuscrito iluminado con alguna representación que aluda a este motivo en un ejemplar de “Le Magasin Pittoresque”, Paris 1834, figuran unos grabados relativos a las misericordias de la iglesia de Saint-Spire, en Corbeil (Francia) cerca de Paris, que a finales del siglo XVIII aún se conservaban, y que fueron “destruidas en los tiempos de la “Convention””.
En España, de esta representación en una misericordia, tan sólo se conoce la de Talavera, pero en Francia Dorothy y Henry Kraus señalan haber visto tres: en Ponts-de-Cé, en Gassicourt y en Champeaux; de esta última se muestra una comparación con la de Talavera observándose que la variación entre ambas reside tan sólo en el número de ratas.
Isabel Mateo cree que una misericordia en la que un cuervo ataca con sus patas a una serpiente debió estar inspirada en una fábula de Esopo conocida como del cuervo y la culebra. En la Edad Media la escucha o la lectura de las fábulas era una actividad atrayente; el fin del texto debía ser el carácter educativo soportado por la moraleja de la fábula, aunque hoy en día vemos que para un mismo pasaje podían existir diversos consejos o preceptos morales.
Dice así la fábula: “Andaba un cuervo escaso de comida y vio en el prado a una culebra que dormía al sol; cayó veloz sobre ella y la apresó. Mas la culebra, despertando de su sueño, se vuelve y le muerde. El cuervo, entonces, viéndose morir exclamó: Desdichado de mí, que encontré un tesoro pero a costa de mi vida!”. Moraleja: Antes de querer poseer algún bien primero hay que valorar si su coste merece la pena. O en otra versión: “Pilló el Cuervo dormida á la Serpiente,/ Y al quererse cebar en ella hambriento,/ Le mordió venenosa. Sepa el cuento/ Quien sigue á su apetito incautamente”. Un grabado de una edición de 1788 de las “Fábulas de Esopo” la presenta así:
La representación de fábulas en las misericordias,por su contenido moral, fue algo bastante frecuente en la segunda mitad del siglo XV y en la primera del XVI. Así, p.e., la misma escena figura en la sillería de coro de la catedral de Astorga. En la composición adjunta  se muestra una confrontación entre las misericordias de Talavera y Astorga; quizás convenga señalar que casi medio siglo separa su tallado.
Hoy en día los “emblemas” son algo prácticamente desconocido, pero no fue siempre así. Sabemos, p.e., que en el siglo XVI muchos artistas flamencos formaban parte de una Sociedad de Retórica donde sus miembros representaban emblemas en forma de pequeñas obras de teatro. En la sillería de coro del convento de religiosas agustinas de Talavera de la Reina en una misericordia se muestra a un león devorando la pata de un animal. Isabel Mateo cree que es la pata de un asno, y a este respecto recuerda un “Emblema” de Covarrubias –“De tal modo los pobres son pasto de los ricos”-, que podría tener relación con la escena de la sillería: ”Los pobres son del mundo perseguidos,/ A todos huelen mal,todos les llevan/ La miseria que alcançan; son tenidos/ En muy poco, y sus cosas no se aprueban/ Por los ricos, ni dellas son oydos,/ En ellos se apacientan, y se cevan,/ Como haze el León, en el boscaje,/ Despedaçando el Onagro salvaje”.
Señala Covarrubias que “Entre otras cosas de que darán cuenta los ricos en el divino tribunal, será la crueldad con que han tratado a los pobres, quitándoles sus haziendas, …”. El emblema en la edición de 1610 se acompaña con un grabado en el que un león está apresando un asno. Unos años antes, en 1550, Guillaume Gueroult publica en Lyon “Le premier livre des emblemes” donde uno de ellos titulado “Los ricos son apoyados y los pobres oprimidos” –basado probablemente en una fábula de Esopo-, se inicia con un grabado donde un león comienza a tacar a un asno en presencia de un lobo y la siguiente moraleja: “Del rico el crimen/no es reputado como vicio/ Si el pobre hace el mal/ es llevado al suplicio”.
Un “bestiario medieval” es un compendio de bestias. Durante la Edad Media fueron muy populares en forma de libros que describían animales, acompañados con una ilustración y con una lección moral que reflejaba la creencia en que el mundo era creación de Dios y que por tanto cada ser vivo tenía su función en él. Procedente del mundo grecorromano, bizantino y persa se asentó en el mundo cristiano románico que sacrilizaría esta estética pagana convirtiendo a los animales en portadores de virtudes o vicios y utilizados con una orientación de enseñanza y advertencia. Durante el período gótico se seguirían utilizando y sería muy empleado en la decoración de las sillerías de coro. En las misericordias de la sillería de Talavera de la Reina se conservan varias misericordias que presentan imágenes de animales fabulosos de muy difícil asimilación con algún ser real.
Muchas de estas bestias fueron generadas por combinación de partes de animales diferentes obteniéndose a veces seres de apariencia atroz que tan sólo por su aspecto llevaban a los cristianos a considerarlos, dado el papel entonces de la religión convertida en sistema conceptual, como imágenes de la perversión o el pecado. Como ilustración de lo anteriormente dicho uno de estos animales se ha comparado con la representación existente en un capitel del antiguo Hospital de San Juan de Acre del pueblecito riojano de Navarrete.
BIBLIOGRAFÍA.
-Elaine C. Block, “Corpus of Medieval Misericords. Iberia”, Turnhout (Bélgica) 2004.
-Francis Bond, “Wood carvings in English churches. Misericords”, Londres 1910.
-Michael Camille, “Images dans les marges. Aux limites de l’art médiéval”, Gallimard 1997 (trad. Edic. inglesa de 1992).
-Sebastian de Covarrubias Orozco, “Emblemas morales”, Madrid 1610.
-Yves y Françoise Cranga, “L’escargot dans le midi de la France. Approche iconographique”, Toulouse 1997.
-Diana Lucía Gómez-Chacón, “El Roman de Renard”, U.C.M., Madrid 2014.
-Fernando Gutiérrez Baños, “La figuración marginal en la Baja Edas Media: Temas del “Mundo al Revés” en la miniatura del siglo XV”, A.E.A. nº. 278, Madrid 1997.
-Dorothy y Henry Kraus, “Le monde caché des misericordes”, Paris 1986.
-Louis Maeterlinck, “Le genre satirique dans la peinture flamande”, Bruxelles 1907.
-Isabel Mateo Gómez, “Temas profanos en la escultura gótica española. Las sillerías de coro”, Madrid 1979.
-Isabel Mateo Gómez, “El artesonado del claustro del monasterio de Silos”, en “Silos. Un milenio”, Sto. Domingo de Silos 2003.
-Lilian M.C. Randall, “The snail in Gothic marginal warfare”, Cambridge Massachusetts 1962.
- Jean Wirth, “Les marges à drôleries des manuscrits gothiques”, Genève 2008.

NOTAS.
-El magnífico manuscrito del salterio de Gorleston puede verse en internet en las páginas de la British Library bajo el código ms. Add. 49622, y el no menos interesante de Rutland como ms. Add. 62925.
-El “Cuaderno de dibujos” de Villard de Honecourt es accesible por internet en la web de la  Biblioteca Nacional de Francia bajo el código Ms Française 19093.
-La composición relativa a "Renard predicador" está realizada con detalles de la decoración marginal de los manuscritos iluminados Stowe 17 fol.84r, Add.62925 fol.98v y Royal 10 E IV fol.49v, todos ellos conservados en la British Library y visibles por internet.
-La segunda versión de la fábula del Cuervo y la Serpiente se ha tomado de la quinta edición de las “Fábulas en verso castellano para el uso del Real Seminario Bascongado”, escritas por Felix María Samaniego, Madrid 1813. El grabado pertenece a una edición americana de las fábulas de 1788.
-Las fotografías del capitel de Navarrete y de las misericordias de Malvern y de Champeaux se han obtenido de Wikimedia Commons