lunes, 28 de marzo de 2016

SILLERÍAS DE CORO (XV)

De la sillería de coro de la excolegiata de Belmonte (Cuenca).
V. CORONACIÓN.


El mes de Enero solía aparecer en los calendarios medievales encarnado en un personaje de dos caras, una mirando hacia atrás, para recordar el tiempo transcurrido, y otra hacia delante, para divisar el futuro, el porvenir; era la personificación del dios Jano bifronte. Cuenta Manuel Castiñeiras que “según los escritores antiguos, con el nombre de Ianuarius, Numa Pompilio había querido honrar la memoria del legendario Ianus, primer rey del Lacio, venerado por los latinos como dios de la paz y de todos los inicios. A partir de la reforma del calendario acometida por Julio César en el año 47 a.C. dicho mes pasó a convertirse en el primero del año”. Inicialmente al mes de enero se le representaba de pie abriendo y cerrando las puertas de dos edificios o con una o dos llaves en sus manos; pero las celebraciones medievales del año nuevo llevaron al viejo Jano al interior de la casa: surgió así la ilustración de Jano en el banquete y en la que el dios perdía parte de su carácter alegórico. Esta iconografía emerge en Italia e Inglaterra a finales del siglo XII y pronto pasaría a España. [La composición adjunta ilustra esta evolución]
En la literatura hispana el “Libro de Alexandre” (1200-1230) y el “Libro del Buen Amor” (1333-1340) suelen tomarse como referencias prototípicas de la iconografía de los calendarios medievales. En el primero al describirse la tienda de Alejandro se señala que la parte superior estaba decorada por historias bíblicas y la inferior con historias profanas: los meses del año, las hazañas de Hércules y la guerra de Troya, el mapamundi y la propia vida del rey Alejandro; la caracterización de los meses -enero como Jano bifronte en la cocina, p.e.-, apunta a una procedencia italiana. Las coplas de los meses, en lengua romance, del “Libro de Alexandre” suponen el inicio de una nueva etapa en la historia del calendario medieval. Casi un siglo después, el Arcipreste de Hita compone el “Libro del Buen Amor”, un cancionero personal en el que Juan Ruiz une distintas composiciones escritas en diversos momentos de su vida y en el que intenta darles una cierta cohesión; a lo largo del texto se intercalan desde fábulas y apólogos –constituyen una colección de “exempla”-, a composiciones líricas religiosas y profanas. La descripción de los meses –a los que agrupa de cuatro en cuatro, por estaciones-, la hace el Arcipreste mediante dos estrofas; para la primera parece inspirarse en el “Libro de Alexandre”, en la segunda toma motivos de raíz popular. Esta fórmula dual de los calendarios con doble ilustración para cada mes puesta de moda en los manuscritos iluminados sería muy habitual y figuraría en algunos de los primeros libros impresos. Un tercer texto, de carácter moralizador, el “Breviari d’amor” del poeta Matfré Ermengaud, realizado en el primer cuarto del siglo XV y poseído por bastantes nobles entre sus manuscritos fue también importante en la iconografía de los meses. [A título de ejemplo de calendario medieval se muestra un xilografía que decora una edición de 1485 del compendio “De proprietatibus rerum” –precursor de la enciclopedia-, uno de los libros más populares de la Edad Media; la representación de los meses se acompaña con los signos del Zodiaco como solía ser habitual].
La coronación de la sillería que ejecutara Pedro de Saceda en la catedral de Cuenca poco antes de su traslado al centro de la iglesia perdió, al parecer, parte de sus tablas cuando se llevó a Belmonte; si a eso unimos el cambio de ubicación, ya en la Colegiata, de las que se conservaron hace que hoy en día el programa iconográfico de la ornamentación de sus doseletes no sea muy coherente. Los casetones que cubren las sillas altas están decorados en su parte inferior con relieves que presentan una figura aislada, rodeada por tallos de vid, por repletas higueras o por otros frutos.
Uno de los relieves que se han conservado muestra a un hombre sentado a una mesa con viandas que evoca la iconografía con que se representaba en los calendarios al final de la Edad Media al mes de Enero, aquel a quien el Arcipreste de Hita definía como “A dos partes otea aqueste cabeçudo,/ Gallynas con capada comía á menudo,/ Fazie çerrar las cubas é inchillas con enbudo,/ Echar deyuso yergos, que guardan vino agudo”.[estrofas 1276-1277].
La encarnación del mes de febrero, al ser en el sur de Europa el mes más frío del año, solía concebirse mediante la figura de un hombre sentado calentándose al fuego (en los países más al norte aludía, con frecuencia, al mes de enero). Se dice en el “Libro de Alexandre”: “Estava don Fevrero con sus manos calentando/ oras fazie sol oras sarraçeando/ verano de ivierno yva-los desenblando/ por que era mas chico sediesse querellando”. [estrofa 2556].
El paso de los años transformó la vestimenta del hombre y al esquema inicial de la figura humana junto al fuego se le fueron añadiendo elementos ambientales como la chimenea o la habitación; en Belmonte el hombre sostiene la copa en una mano y en la otra la jarra.
En la Edad Media la agricultura y la iconografía del calendario estuvieron muy unidas, por lo que la imaginería de los calendarios se denominó con frecuencia “los trabajos de los meses”.  Marzo, en España, es el mes en el que se retoman los trabajos en el campo, pues trae las primeras temperaturas templadas, y el tiempo de cavar las viñas o talar las cepas. En un relieve de la sillería se muestra a un hombre cavando la tierra como en la litografía que ilustra “De proprietatibus rerum”. Se dice en el “Libro de Alexandre”: “Março avie grant priessa de sus vinnas lavrar/ priesas con podadores priessa de cavar/ fazie aves ¬ bestias ya en çelos andar/ los días ¬ las noches fazie-los igualar” . [estrofa 2557].
En otro relieve del dosel de la sillería se muestra a un personaje que corta la parte muerta de los sarmientos. El Arcipreste de Hita escribió: “El segundo enbiava á viñas cavadores,/ Echar muchos mugrones [injertos] los amugronadores,/ Vyd blanca fazer prieta buenos enxiridores:/ Omes, aves é bestias mételos en amores”. [estrofa 1281]. El carácter estacional de las imágenes anteriores permitió su movilidad produciéndose múltiples variantes según que la serie comenzase en enero o en diciembre. Señalaba Caro Baroja que el paisaje agrícola y la imaginería del calendario eran no sólo productos de la geografía sino también de un tipo de mentalidad y de forma de vida.
El mes de mayo acostumbraba a representarse con un hombre a caballo llevando un halcón y un ramo de flores en las manos; quizás se escogió este motivo para su ilustración porque era un mes en el que apenas se realizaban tareas agrícolas. Dado que para los poetas provenzales mayo era el tiempo del amor cortés en lugar de escenas cinegéticas se empleaba a veces escenas de encuentros amorosos en las que el caballero entregaba una flor o un ramo a su dama; se dice en el “Libro de Alexandre”: “Sedie el mes de Mayo coronado de flores/ afeytando [adornando] los campos de diversas colores/ organeando [cantando] las mayas, e cantando d’amores/ espigando las mieses que sembran lavradores” [estrofas 2559]. El motivo presente en Belmonte es la de un hombre a pie con un halcón y flores en las manos.
En la Biblioteca Nacional se conserva un ejemplar manuscrito del “Breviari d’Amor” (accesible por internet bajo la signatura Res/203) con texto en valenciano antiguo del que se ha tomado las ilustraciones de los meses de febrero, marzo, mayo y junio para ilustrar la semejanza con las del calendario de Belmonte; el relieve que nosotros hemos considerado podía referirse a marzo en el manuscrito de Ermengaud se asigna a junio.
Los relieves de los doseletes que aluden a los meses siguientes –labores relacionadas con el cultivo del cereal, probablemente-, se han perdido casi todos a causa de los cambios de sitio de la sillería, traslados o simplemente por el paso del tiempo que suele decirse. Si bien fracturado se conserva la representación del mes de septiembre (o de octubre según la región).Es un mes que suele significarse, salvo escasas excepciones, por la vendimia. Se dice en el “Libro de Alexandre”: “Setie(n)bre traye çeras segudie las nogueras/ apretava las cubas podava las uimbreras/ vendimiava las vinnas con fuertes podaderas/ non dexava los passaros llegar a las Figueras” [estrofas 2563], y en el “Libro del Buen Amor”: “El segundo adoba é aprieta carrales,/ Estercuela barbechos é sagude nogales,/ Comiença á vendimiar uvas de sus parrales,/ Esconbra los rrestrojos é cerca los corrales” [estrofas 1296]. Dado que la vendimia en Castilla solía comenzarse el 29 de septiembre, festividad de San Miguel -si bien en caso de tiempo frío podía retrasarse su inicio-, esta actividad podía caracterizar a cualquiera de estos meses (septiembre u octubre) dependiendo del motivo que se hubiera empleado en el relieve del mes de agosto. Llama la atención el varal terminado en escoba, que sujeta entre sus manos el personaje, empleado a veces para labores de encalado.
Aunque las escenas anteriores que representan a los meses se caracterizan por referirse a las “ocupaciones” habituales del hombre dedicado a ciertas actividades agrícolas existía otra imaginería de los calendarios que se singularizaba por las “personificaciones” con un fuerte carácter alegórico. Curiosamente en Belmonte la ornamentación del doselete que puede apuntar al mes de diciembre parece obedecer a esta última tipología; no es frecuente la mezcla de estos dos tipos de fórmulas, no obstante cuando tiene lugar solían sugerir meses carentes de unas marcadas labores agrícola. Una imagen de notable simbolismo es la de un hombre con dos llaves en sus manos, una para cerrar el año que termina y la otra para abrir el año que comienza; probablemente deriva de una imagen antigua que aludía a “Janus Ianitor” (portero).
Dado el número de estalos altos que debieron constituir la sillería de coro cuando estuvo situada en la nave de la catedral de Cuenca puede ser normal preguntarse que otro programa iconográfico, además del calendario (decoraría a lo sumo doce o veinticuatro doseles si se empleaban dos para representar cada mes), ornaba esta parte de la coronación ahora carente de ella.
Existen otros tres relieves que embellecen los doseletes de Belmonte y que probablemente no se referían a ningún mes del año. Uno de ellos, recompuesto con fragmentos de algún otro ahora desaparecido, presenta a un “putto” –motivo ornamental consistente en figuras de niños desnudos-, entre hojas y flores. La composición adjunta presenta el relieve en su posición normal y girado para observar mejor la no muy cuidada restauración.
Un relieve al que no hemos sido capaces de considerar como representativo de ningún mes muestra a un hombre con aspecto de campesino con una lanza en la mano y en la otra dos tarjetones; un ceñidor del que cuelga un recipiente con forma de pequeña calabaza le ajusta la vestimenta. Para Luis Andújar este relieve alude al mes de abril; pero por desgracia no explica su razonamiento.
En el último de los relieves conservados que decoran los doseletes un hombre con larga túnica parece orar con un rosario entre las manos; si bien su fisonomía difiere bastante de las anteriores su vestimenta recuerda la del hombre con el halcón en la mano; desconocemos totalmente su simbolismo y las razones por las que Luis Andújar, antiguo párroco de la iglesia de San Bartolomé, le asignaba como representativo del mes de octubre.
La coronación de la sillería que ahora vemos en Belmonte fue realizada por el taller de Pedro de Saceda como lo sugieren diferentes partidas de las cuentas de Fábrica de la Catedral de Cuenca, años 1577-1578, recogidas por Jesús Bermejo. “Item se le pasan en quenta ciento ciento y diez mil y trescientos y setenta e quatro mrs. que parece haber pagado a Pedro de Saceda, entallador, de la coronación del Coro, por libramiento de su señoría y de los ss. Deaán y Cabildo como pareció por siete partidas y siete cartas de pago la fecha de la última carta de pago en primero de octubre de setenta y ocho” [fol. 201 v.].
Los frisos con ornamentación renacentista que decoran la coronación de la sillería fueron ejecutados por el mismo autor que si no hizo complementó los relieves que contienen el ciclo de la Pasión. Todos ellos responden a motivos decorativos ampliamente divulgados en el Renacimiento por xilografías o por grabados cuyo dibujo se ejecutó sobre matriz metálica.
Sus composiciones, no excesivamente originales, responden a las empleadas en la época. Una incógnita para la que no se han aventurado hipótesis es la razón por la que se rehízo completamente la coronación de la sillería. Se acostumbra a señalar lo recogido en uno de los primeros apuntes del Libro de Fábrica relativos a los estalos para justificar la intervención sobre ellos –pensaban algunos capitulares que “la madera que estaba para ellas estaba verde… les paresçia porque la dicha obra non se confonda que devia dexar secar la madera porque non abra e ensangoste”-, pero no debe olvidarse tampoco que el aumento del número de participantes en los trabajos del coro exigía de nuevas sillas y que el traslado al centro de la nave de la catedral llevó también a ciertas modificaciones.
Otro motivo decorativo algo diferente centra la composición de la parte alta de la sillería; son una serie de máscaras o mascarones cuya inspiración es probable derivase de las utilizadas en algunas representaciones teatrales y muy empleadas también en la ornamentación de fuentes.
En las cuentas de Fábrica de 1576 se dice “… se pagaron a Pedro de Saceda quarenta y dos mil e novecientos e treinta y seis mrs. de la madera y jornales que gastó en aderezar las sillas bajas del coro”. Es presumible que los estalos bajos que ahora vemos en Belmonte tampoco fueron los realizados por el taller de Egas Coeman, pues su estructura y ornato se emparenta claramente con la coronación de la sillería (aunque si es muy posible se reutilizasen algunos elementos como las misericordias).
Escribió Lorne Campbell “las sillas que hoy vemos en Belmonte son probablemente piezas nuevas que reemplazaron a las originales durante ese período [finales del siglo XV o durante la primera mitad del XVI]”. Quizás la opinión del estudioso de Rogier van der Weyden es un poco radical, pero con excepción a lo relativo a las misericordias y a los tableros de las sillas altas con relieves inspirados en el Antiguo Testamento su opinión no debe estar muy desencaminada; aunque no por eso la visita al coro de la antigua Colegiata de San Bartolomé en Belmonte deja de ser interesante.

BIBLIOGRAFÍA.
-Luis Andujar Ortega, “Belmonte cuna de Fray Luis de León. Su Colegiata”, Mota del Cuervo (Cuenca) 1986 [ 2ª ed. 1995].
-Anónimo, “Libro de Alexandre” (ed. Francisco Marcos Marín), Madrid 1987 (ed. Internet, Bibl. Virtual Miguel de Cervantes).
-Arcipreste de Hita (Juan Ruiz), “Libro de Buen Amor”, Madrid 1913 (ed. internet).
-Jesús Bermejo Diez, “La Catedral de Cuenca”, Cuenca 1977.
-Lorne Campbell, “Rogier van der Weyden y los reinos ibéricos”, en Cat. Exp. Rogier van der Weyden Museo del Prado, Madrid 2015.
-Manuel Antonio Castiñeiras González, “El calendario medieval hispano”, Valladolid 1996.
-Ángela Franco Mata, “El Génesis y el Éxodo en la cerca exterior del coro de la Catedral de Toledo”, Toledo 1987.
-Isabel Mateo Gómez, “Temas profanos en la escultura gótica española. Las sillerías de coro”, Madrid 1979.
-Miguel Ángel Monedero Bermejo, “El coro de la Colegiata de Belmonte”, Cuenca 1976.
-Eloíno Nacar y Alberto Colunga (traduc.), “Sagrada Biblia”, Madrid 1963. 
-Gema Palomo Fernández, “Nuevos datos documentales sobre la sillería de coro gótica de la catedral de Cuenca: de Egas de Bruselas a Lorenzo Martínez”, AEA Valladolid 1994.
-María González Sánchez-Gabriel, “La Sillería de coro de la Colegiata de Belmonte. Los hermanos Egas, de Bruselas, en Cuenca”, B.S.E.A.A. 1936-39 Valladolid.

NOTAS.
-La composición fotográfica relativa a la iconografía del mes de enero está realizada con un detalle del calendario que figura en el Panteón de la Colegiata de San Isidoro de León, con una miniatura del  “Breviari d’Amor” que se conserva en la B.N.E. bajo el código res. 203 (accesible por internet) y una miniatura del folio 5r del Libro de Horas para uso en Tournai que bajo la signatura Ms Raw liturh e 14 se conserva en la Bodleian Library (accesible también por internet en el buscador Luna de la biblioteca).
-La fotografía con el Calendario acompañado con los signos del Zodiaco está tomado de una copia del libro “De proprietatibus rerum”. Existen bastantes ejemplares accesibles por internet; los mas sencillos de ojear pueden ser los de la Biblioteca Nacional de España o los de la “Bibliothèque Nationale de France”.
-La composición fotográfica que ilustra el mes de febrero se ha realizado con miniaturas de los manuscritos “Breviari d’Amor” (Ms res. 203 en la BNE), Angers BM SA 3390 fol 09v, MS Add. 18850 fol 2r de la British Library, y Ms LIS 449 de la biblioteca de la University Pennsylnania (USA); todos ellos pueden verse por internet.



lunes, 14 de marzo de 2016

SILLERÍAS DE CORO (XV)

De la sillería de coro de la excolegiata de Belmonte (Cuenca).
IV. TABLEROS RESPALDOS SILLAS ALTAS (III).


Cuenta Jesús Bermejo Diez “que fue mucho lo que Pedro de Saceda puso en la obra de ampliación y de reforma de este coro” entre 1576 y 1578 que culminaría -poco antes de su muerte-, con su traslado desde el presbiterio al centro de la catedral de Cuenca. Ocho estalos de la sillería presentan en los tableros de sus respaldos escenas de la Pasión de Cristo complementadas por pequeños frisos renacentistas para igualar su altura con aquellos que muestran el ciclo del Antiguo Testamento; probablemente su autor fue Pedro de Saceda pues los pequeños frisos son similares en estilo y temática a los que adornan el coronamiento del coro: “… 61.931 mrs. de los jornales que el dicho Pº Saceda y otros oficiales gastaron en la coronación del coro hasta viernes veinte de diciembre de mil y quinientos y setenta y siete” [A.C.C., Libro de Fábrica, cuentas de 1577].
Si bien desconocemos si Pedro de Saceda fue el autor de las tallas del ciclo de la Pasión o simplemente se limitó a reutilizar unos tableros existentes con anterioridad para configurar el respaldo, el artista que ejecutó el relato de la vida de Cristo en la sillería empleó estampas o modelos realizados por un grabador diferente al que creó los que presentaban historias del Antiguo Testamento. Para Monedero Bermejo este segundo entallador tenía un mayor sentido paisajista que el primero –con una tendencia a poner el horizonte muy elevado-, que ocupaba las escenas con un mayor número de figuras. Cuatro tablas del lado del Evangelio del coro presentan representaciones de la “Entrada en Jerusalén”, la “Santa Cena”, la “Oración en el Huerto” y el “Prendimiento”.
Entrada en Jerusalén
En la primera escena del Ciclo de la Pasión reproducido en la sillería de coro actual de Belmonte se muestra a Cristo montado en un asno junto a las puertas de la ciudad seguido de sus discípulos; en lo alto de los olivos dos de los habitantes cortan ramas para ofrecérselas así como otros junto a la puerta extienden sus mantos. “ … montado sobre un asno, sobre un pollino hijo de borrica”. … La numerosísima muchedumbre extendía sus mantos por el camino, mientras otros, cortando ramos de árboles, lo alfombraban.” [Mt 21: 5-8]. En las enjutas del arco, en este caso conopial -en los tableros con representaciones del Antiguo Testamento era trilobulado-, figuran dos profetas con filacterias desplegadas.
En el respaldo de la silla siguiente se representa la “Santa Cena” celebrada en el interior de un salón gótico. El artista parece haber seguido en parte el Evangelio de san Mateo: “Llegada la tarde, se puso a la mesa con los doce discípulos, y mientras comían dijo: En verdad os digo que uno de vosotros me entregará. Muy entristecidos, comenzaron a decirle cada uno: ¿Soy, acaso, yo, Señor?. El respondió: El que conmigo mete la mano en el plato, ese me entregará.” [Mt 26: 20-23].
Última Cena
Sentado sólo, en la parte delantera de la mesa, Judas Iscariote introduce su mano en el plato del que se sirve Cristo. Iconografía no muy frecuente –se escenifican en el tablero dos momentos diferentes del Nuevo Testamento, como son la “Última Cena” propiamente dicha y la “Cena en casa de Simón” donde Magdalena manifestó su amor a Cristo y el arrepentimiento por sus pecados-, María Magdalena, aparece también en primer plano ungiéndole los pies a Jesús; representaciones similares en España son las que figuran en una escena del retablo mayor de la Cartuja de Miraflores y en un relieve de procedencia desconocida ahora en la parroquial de Cuzcurrita del Rio Tirón (La Rioja) –probablemente de origen en un retablo desaparecido de la iglesia de San Esteban de Burgos que como el anterior ejecutó Gil de Siloe-, una tabla pintada por Jaume Ferrer -ahora en el museo diocesano de Solsona-, procedente de Santa Constança de Linya y en los restos del fresco que preside el ábside de la iglesia de san Juan en Daroca.
En las enjutas del arco se presenta a dos Padres de la Iglesia, san Jerónimo–autor de la “Vulgata”, traducción al latín de la Biblia-, y san Gregorio, reconocibles por sus atributos iconográficos: sombrero y ropa de cardenal y junto a él un león el primero y la tiara como todos los Papas el segundo.
En el respaldo del siguiente asiento figura la escena de la “Oración en el huerto”; su autor ha seguido fielmente el relato del evangelista Mateo. En la parte inferior derecha de la escena Pedro, Juan y Santiago duermen apoyándose unos en otros, mientras Jesús hace oración junto a unas piedras; el huerto de Getsemaní aparece cercado por una valla de madera.
Oración en el Huerto
En las enjutas superiores del arco se presenta a dos Padres de la Iglesia de no muy fácil identificación. A diferencia del autor de los tableros con el ciclo del Antiguo Testamento donde su creador aprovechaba estos espacios para situar escenas relacionadas con la principal del respaldo en el caso del entallador del Ciclo de la Pasión emplea los espacios de las enjutas para ubicar una serie de figuras de profetas, evangelistas o doctores de la iglesia; imita una estructura habitual de los grabados que constituían la "Biblia pauperum" de gran difusión en la época.
En el estalo siguiente se representa el “Prendimiento”. Una abigarrada escena donde figuran guerreros, sacerdotes y anónimos ciudadanos; en primer plano, a la derecha, Pedro corta la oreja a Malco quien se había acercado a Jesús.
Prendimiento
En las enjutas de este respaldo se muestra a dos doctores de la Iglesia, y sobre ellos, como en todas las sillas con escenas del Ciclo de la Pasión una decoración claramente renacentista.
Con el tablero anterior terminan las cinco escenas del Nuevo Testamento situadas actualmente en el lado del Evangelio de la sillería de coro de la antigua colegiata de Belmonte. Lorne Campbell en el catálogo de la exposición “Rogier van der Weyden y los reinos de la península Ibérica” celebrada en el museo nacional del Prado en 2015 escribió: “Suele suponerse que la sillería de Belmonte es la que realizaron en la década de 1450, para Cuenca, los dos hermanos [Coeman].” Pero no es exactamente así. … En la sillería de Belmonte, …, se aprecian notables diferencias de diseño, estilo y técnica; …  Es posible por tanto que la sillería realizada por Egas y Hanequin para la catedral de Cuenca se destruyera o se perdiera, con lo que se habría sustituido por otra a finales del siglo XV o durante la primera mitad del XVI”. No es probable que Lorne Campbell tenga completamente razón, pues los documentos conservados nos señalan que hacia 1479/1481 pudieron haberse realizado como mucho 10 sillas altas (y 10 bajas) -¿las que actualmente presentan escenas de la Pasión?-, y que fue a finales del siglo XVI –años de 1576 a 1578-, cuando el traslado de la sillería al centro de la catedral de Cuenca, que se realizó una gran remodelación de la sillería por Pedro de Saceda; muy probablemente de estos años son los frisos que acompañan a los respaldos con el relato de la Pasión de Cristo.
Si bien no tenemos noticias de cuando fueron ejecutados estos frisos con ornamentación renacentista se aprecia rápidamente su gran semejanza con los que decoran una parte de la coronación de la sillería. El ciclo de la Pasión continúa en el lado de la Epístola del coro con la escena del “Camino del Calvario”.
Camino del Calvario
Al igual que en el “Prendimiento” la nota característica de la composición es el abigarramiento de la escena con una multitud de personajes que acompañan a Jesús a quien ayuda el Cirineo y donde quizás llama la atención la ausencia de soldados armados junto a la cruz; al fondo los dos ladrones conducidos mediante una soga amarrada a sus cuellos. En las enjutas del arco conopial que enmarca la escena se presenta a dos Evangelistas: San Juan y San Mateo.
La escena de la “Crucifixión” se refleja en la parte central del respaldo de la silla siguiente. En primer plano, a la derecha, tres soldados se están jugando los vestidos de Jesucristo; detrás, el centurión a caballo vigila el drama. A la izquierda en primer plano la Virgen se desmaya en los brazos de san Juan; y en el centro figura María Magdalena abrazada a la cruz.
Crucifixión
En las enjutas del tablero, a la izquierda se representa la figura de una mujer joven con un cáliz y una cruz en sus manos –alegoría de la Iglesia o de la nueva ley-, y a la derecha una mujer mayor –los ojos vendados-, con las tablas de la ley y un astil roto, alegoría de la Sinagoga o de la ley mosaica. Dos imágenes simbólicas pues en la Edad Media era costumbre encarnar en figuras humanas conceptos abstractos.
La penúltima escena del Ciclo de la Pasión que se representa en Belmonte corresponde al “Descendimiento”. Nicodemus y José de Arimatea bajan de la cruz el cuerpo de Jesús para depositarle en el sepulcro; la Virgen y san Juan acompañados por las “santas mujeres” asisten al acto.
Descendimiento
Dos Evangelistas, san Lucas y san Marcos, aparecen representados en las enjutas del arco que adorna la escena anterior.
El tablero de la silla siguiente, en el lado de la Epístola del coro, figura la escena de la “Resurrección”. Cristo sale del sepulcro mientras los soldados que le custodian duermen.
Resurrección
En las enjutas se representa a dos Profetas con sus filacterias extendidas.
Todos los tableros con representaciones del Ciclo de la Pasión situados en el lado de la Epístola del coro se decoran en su parte superior –al igual que en el lateral del Evangelio-, con pequeños frisos con ornamentación renacentista similar a la que figura en la coronación de la sillería.
En las esquinas del mueble coral dos tableros con la iconografía de San Pablo, en el lado del Evangelio, y de San Pedro, en el de la Epístola, realizadas por una mano diferente a las que tallaron los anteriores, completan los respaldos con escenas o figuras bíblicas; por su ornamentación y características parecen haber sido ejecutadas por autores distintos y no en los mismos años.
El estalo del obispo tampoco es el original de la sillería como lo denota el escudo tallado en la parte superior del respaldo que corresponde al del obispo don Diego Ramírez de Villescusa. Es obra realizada por Pedro de Villadiego cuando la sillería estaba en la catedral de Cuenca -“… seis mil e dozientos maravedíes, en 3 de Octubre de 1548, a Pedro Villadiego, entallador de la silla que hizo para el Señor Obispo”-, y probablemente nunca fue utilizada por su destinatario dado que murió en 1547. Se sabe que este tallista realizó algunas modificaciones en la sillería, aunque se desconoce cuales, dado que se le siguió pagando "a Pedro de Villadiego, entallador, por el adobo de unas sillas de los señores canónigos".
También se ignora quien fue el autor de unos “cabos” de las escalerillas de acceso a la Silla del obispo de los que se conservan unos fragmentos tan sólo, aunque por su fecha de ejecución tampoco son atribuibles al taller de Egas Coeman.
En cada una de estas piezas un león presenta el escudo de armas -en campo de oro cinco estrellas de gules, puestas en sotuer o aspa-, de Alonso Ulloa de Fonseca Quijada, obispo de Cuenca entre 1485 y 1493, sucesor en la silla de fray Alonso de Burgos. De vida no muy ejemplar -tuvo cuatro hijos con su amante Teresa de las Cuevas-, reconstruyó el castillo de Villanueva del Cañedo (Salamanca) para convertirlo en su palacio compartiéndolo con su amante por lo que es conocido como el "Castillo del Buen Amor".
A los laterales de la silla del obispo figuran actualmente unas pequeñas esculturas de David y de Moisés.

BIBLIOGRAFÍA.
-Luis Andujar Ortega, “Belmonte cuna de Fray Luis de León. Su Colegiata”, Mota del Cuervo (Cuenca) 1986 [ 2ª ed. 1995].
-Jesús Bermejo Diez, “La Catedral de Cuenca”, Cuenca 1977.
-Lorne Campbell, “Rogier van der Weyden y los reinos ibéricos”, en Cat. Exp. Rogier van der Weyden Museo del Prado, Madrid 2015.
-Miguel Ángel Monedero Bermejo, “El coro de la Colegiata de Belmonte”, Cuenca 1976.
-Eloíno Nacar y Alberto Colunga (traduc.), “Sagrada Biblia”, Madrid 1963. 
-Gema Palomo Fernández, “Nuevos datos documentales sobre la sillería de coro gótica de la catedral de Cuenca: de Egas de Bruselas a Lorenzo Martínez”, AEA Valladolid 1994.
-María González Sánchez-Gabriel, “La Sillería de coro de la Colegiata de Belmonte. Los hermanos Egas, de Bruselas, en Cuenca”, B.S.E.A.A. 1936-39 Valladolid.

NOTAS.
-Los diversos investigadores que han trabajado en los fondos documentales del archivo de la catedral de Cuenca desgraciadamente no mencionan la existencia de referencia alguna a la sillería entre los años de 1485 –en 1479 se le encargan 20 sillas (10 altas y 10 bajas) a “Lorençio Martines entallador”, que debió terminar mediado 1481-, y 1548 (año en que se le abona a Pedro de Villadiego la silla del obispo terminada un poco antes). La información podría ser significativa pues en estos años es p.e. cuando se realizan las bellas piezas que incorporan el escudo del obispo Alonso Ulloa de Fonseca Quijada situadas ahora al pie de las escalerillas que llevan al estalo central.